|Capítulo 48|

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La idea de pasar una tarde junto a Eros, en paz. Se fue al carajo cuando me crucé con mis antiguos compañeros de instituto.

Había querido pasar de ellos, pero claro no se darían por vencidos. Habíamos visto una buena película de acción y luego nos fuimos a almorzar.

Estando allí, comimos pasta con salsa de tomate. Lastima que no pude disfrutar la comida como esperaba.

—Anderson, que gusto volverte a ver —dijo Gerry sentándose junto a mí.

Gerry, Gerry.

Uno de los idiotas deportistas del colegio, mejor amigo de Dante; mi primer novio.

—No puedo decir lo mismo, Gerry —solté a regañadientes.

Eros me miraba confundido, como si quisiera entender la situación.

—Hmm. ¡No me digas que sigues molesta! Deberías soltar a Dante, ¿no crees? —inquirió con una sonrisa.

Respiré hondo y solté aire, no debía explotar.

—Ay, no me digas que este es tu nuevo noviecito. Bastante fortachón, eh —comentó Gerry.

Eros seguía inexpresivo.

—Me gustaría que te alejes —pedí seria.

—Oh, claro que no, nena. ¡Chicos! ¡A que no saben a quien me encontré! —exclamó Gerry, logrando captar la atención de varios chicos que también iban al instituto conmigo.

—¡Anderson! ¿Cómo estás? Además de hermosa, claro —saludo Luis, el único que me agradaba del equipo de fútbol.

—Bien, aunque estaría mejor si Gerry no me molestase —mascullé apretando los labios.

—Uy, se puso sensible. Bien que hasta hace unos meses con gusto te liabas a todos, claro que como estabas con Harry no lo hacías —opinó una voz detrás mío.

Que por desgracia, sabía de quién provenía.

Dante.

El idiota.

No me aguanté, me volteé y tomé la botella de vino que había pedido Eros anteriormente y se la aventé a la cabeza. Y le dí, justo en la frente.

La botella se rompió al caer al suelo y todo el liquido quedó desparramado.

—Veo que sigues aventando cosas, las viejas costumbres no cambian —agregó Gerry acariciando mi mejilla que quité con brusquedad—. Fue un gusto verte Anderson.

Gerry junto a Luis y los demás que espectaban callados, ayudaron a Dante a levantarse del suelo. Pero este los quitó con brusquedad.

Eros ya no estaba inexpresivo, estaba tenso y se notaba por como agarraba el mango del tenedor con fuerza.

—Siempre serás la zorra del instituto, no importa cuánto creas que valgas. Siempre serás una zorra barata —escupió Dante con desprecio.

Creí que se iría y acabaría allí.

Pero, Eros arrojó el tenedor con fuerza y se dirigió a Dante, para luego propinarle un golpe en el rostro. En la mandíbula específicamente.

—Vuelves a insultar a Chloe y te dejaré en sillas de ruedas de tantos golpes que te voy a dar —amenazó Eros—. No eres más hombre por denigrar a una mujer, cavernícola de mierda.

Todos los presentes nos espectaban con horror.

El camarero que nos había atendido con anterioridad, se estaba acercando.

Busqué dinero en mi bolso y lo dejé en la mesa, para luego jalar a Eros y tratar de alejarnos de aquel restaurante.

—¡Señorita! —exclamó el camarero.

—¡Dejé el dinero en la mesa, lo siento por los daños! ¡Si no alcanza búsqueme como Chloe Anderson! —grité saliendo del restaurante, junto con Eros.

Todo se había vuelto un caos, todo se había ido a la mierda.

—¿El que golpee es el idiota, cierto? —cuestionó con la respiración agitada.

Joder.

—Sí, es él —aseguré—. Pero, no era necesario que lo golpees.

—El tal Gerry también se lo merece, no me jodas —masculló con odio.

—¿Por qué lo hiciste? —indagué.

¿Realmente me había defendido o lo hizo por un ataque de celos?

Eros estaba molesto, pero aún así no entendía muy bien el por qué.

Ellos eran mí jodido problema, no de él.

—Lo golpee porque te estaba insultando y punto —respondió molesto, comenzando a caminar.

Mi mente era un caos, pero no supe que más hacer además de caminar detrás de él.

Los chicos de Chloe | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora