Capítulo 7. Whisky

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15 de abril de 2020

31º día de cuarentena

No puede pensar con claridad, aún no ha tenido tiempo de digerir la noticia que acaban de darle, no sabe cómo calmarse y lo único que se le ocurre es pasear histérica por el salón. Lo primero que se le pasa por la cabeza es llamar a sus padres, pero cuando tiene el teléfono en la mano y está a punto de hacerlo, una idea kafkiana se le pasa por la cabeza, y cambia de idea.

- ¿Sí? – una voz adormilada contesta al otro lado.

- Alba, ¿estás despierta? – pregunta al notar el tono.

- Claro... - miente la otra, que se incorpora en la cama, asustada por el hecho de que Natalia la llamase a las siete y media de la mañana, tras haberse acostado a las cuatro viendo series juntas.

- Alba, me acaban de llamar de la discográfica, ¡soy doble disco de platino! – cuenta emocionada.

- ¿En serio? – dice sin entender muy bien lo que acaba de escuchar - ¿cuánto es eso?

- Pues... ni idea, pero debe ser un montón – dice contenta – Te dejo volver a dormir, sólo quería contártelo.

- Vale... - contesta sin poder reprimir una sonrisa por la inocencia de la otra.

- Voy a llamar a mis padres – sonríe también la morena - ¿cenas conmigo esta noche?

- Ceno contigo todas las noches, Nat – contesta entre risas.

- Pero hoy es especial, compra ginebra, te voy a enseñar a hacer unos gin-tonics de muerte – cuenta la navarra.

- Muy típico de ti, no sabes freír un huevo, pero vas a enseñarme a hacer cócteles – la pica la rubia.

- Eso me lo dices esta noche, rubia – responde contenta – Bueno, te dejo dormir... te llamo luego.

- Vale, borrachuza, un beso.

"Un beso"... Alba le había mandado un beso... llevaba unos días despidiéndose así por la noche y, por supuesto, la morena había aguantado las ganas de gritar de la emoción todas y cada una de las veces. Las últimas dos semanas habían sido las más increíbles que la morena podía recordar, al menos en confinamiento... todo con Alba era sencillo... la escuchaba, siempre le calmaba los nervios, la aconsejaba manteniendo siempre la cabeza fría...y se reía tanto... su sentido del humor no era como el de nadie que hubiese conocido hasta ahora, era rápido, irónico, siempre dejando intuir un mensaje oculto sin llegar a decirlo, era... refrescante.

Natalia, acostumbrada a que le riesen los chistes, al humor infantil o a que directamente le hablasen como si fuese la típica niña mona sin nada que decir, encontraba en aquellas batallas dialécticas el principal motivo para querer conservar a la rubia cerca.

Aún le quedaban, por lo menos, once días de encierro... once días de Alba, y aquello era todo un regalo. Aunque desde el día que habían acordado dejar de verse tras la cuarentena, la relación no había dejado de ir a mejor, en sus pesadillas, la morena vivía con miedo a que decretasen el fin del confinamiento de un día para otro y perder a la rubia.

La confianza que habían alcanzado en ese tiempo era casi inexplicable, Natalia le hablaba con la tranquilidad más absoluta de sus miedos y sus aspiraciones, así como de sus películas favoritas o sus dolores menstruales. Por su parte, la rubia había compartido con ella algunas experiencias vitales que la habían marcado, como el momento en el que, recibiendo su diploma de licenciada en derecho se había dado cuenta de que no quería ser abogada; o cuando alejarse de su madre y su hermana para mudarse a Madrid la había hecho encontrarse a sí misma.

Confitadas | AlbaliaWhere stories live. Discover now