Capítulo 15. Café

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Madrid, 19 de octubre de 2025

Unos días después...

El ruido de la cafetera despierta a Natalia que gruñe al intentar abrir los ojos cuando siente la claridad del sol entrando por la ventana del loft.

- Joder, hay que ponerle a esto unas cortinas - protesta mientras se incorpora sobre los codos, buscando a su acompañante - Buenos días, princesa

- ¿Sabes? admiro tu capacidad para quedarte dormida y que no consiga despertarte ni una bomba nuclear - protesta la otra, que termina de abrocharse la chaqueta del traje y se sirve una taza de café.

- ¡Gracias! - contesta mostrándole una de esas sonrisas encantadoras mientras se incorpora en la cama, aún desnuda - Estaba agotada.

- Lo sé - contesta acercándose a la cama con aquel andar felino, para después inclinarse sobre ella y presionar su entrepierna con la mano - funcionas peor cuando vienes borracha.

- Si consigues que te coja el teléfono a las tres de la mañana, lo más probable es que ande en algún bar - responde volviendo a sonreírle.

- La próxima vez que llegue de viaje a las tres de la mañana me iré a casa directamente - responde intentando que no se le note en la voz que está molesta, y girándose para volver a la cocina.

- Ey... - susurra la cantante, agarrándola por la muñeca y atrayéndola de nuevo mientras se pone de pie.

- Déjame, Natalia, no tengo tiempo - protesta intentando liberarse del agarre.

- Vamos, Sab... - dice sentándose de nuevo en la cama y tirando hacia arriba de la falda de la gallega.

- Eres una niñata - protesta ya sin tanta fuerza - me pones de los nervios.

Viéndola flaquear, la cantante le quita la taza de café y la deja despacio en el suelo, para después levantar un par de dedos y dirigirlos bajo aquella ropa interior, que aparta con cuidado.

- Ya lo veo, ya - contesta, sonriéndole satisfecha, al encontrarla más húmeda de lo que se esperaba.

Sin dejar de mirarla a los ojos, Natalia se lleva los dedos a la boca como si aquello fuese el mayor manjar del mundo.

- Eres una cerda... - protesta la gallega.

- ¿Sí? - pregunta satisfecha.

- Hija de puta...

Casi sin terminar de susurrar aquello, Sabela alcanza la mano de la morena, para llevarla de nuevo a su entrepierna, apartándose la ropa interior para acabar sentada sobre el regazo de la cantante.

- ¡Oh, joder! - gime en cuanto siente aquellos dos larguísimos dedos dentro de ella.

Bajo la atenta mirada de Natalia, aquella mujer empieza a moverse mientras deja caer la cabeza hacia atrás y gime presa del deseo. Tenía algo de hipnótico contemplarla, siempre tan distante, tan poderosa, tan por encima de todos... para luego perderse enseguida entre jadeos tan pronto se quedaban a solas.

Sabela era la mujer más joven en haber presentado las noticias en solitario en 'prime time', acumulaba ya varios premios nacionales en su fulgurante carrera hacia el estrellato y todo en su vida parecía absolutamente perfecto y programado. Felizmente casada con su productor desde hacía varios años, sin hijos porque se confesaba "adicta al trabajo" y aún habiendo cumplido con holgura los cuarenta, con tiene un físico que envidiaban la mayor parte de las niñas de veinte años.

Se habían conocido hacía algo más de tres años en una gala benéfica organizada por la productora del programa de la gallega, a la que Natalia había acudido como acompañante de un joven periodista de la sección de deportes, que suplía la ausencia de neuronas con unos abdominales bien trabajados. El chico se había enamorado locamente de la cantante en un par de semanas y no paraba de proponerle planes a largo plazo mientras que ella sólo pensaba en el momento en el que él se vestía y se iba a su casa.

Confitadas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora