19.

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Chanyeol se adentró al tren jadeante y sudoroso. La gente allí lo miraron unos momentos mientras el chico se limpiaba el rostro tratando de regular su respiración.

Si tenía suerte, llegaría a Jeju antes de las siete de la tarde. Su celular vibraba en su bolsillo con mensajes de su madre preguntando a qué hora volvería a casa y otros textos de Yixing preguntando dónde estaba y si había encontrado al chico pelinegro.

Chanyeol estaba ansioso. Se había sentado en un espacio libre y golpeteaba intranquilo con su pie mientras el transporte hacía algunas paradas en el recorrido habitual. Le tomaría unos cuarenta y cinco minutos o tal vez una hora llegar a destino, y estaba rogando por no haber sido imprudente y perder tiempo en un viaje inservible que no le aseguraba nada. De todos modos, se iba a arriesgar.

Apenas llegaron a la estación de Jeju y las puertas se abrieron, el chico salió de inmediato y comenzó a correr como si su vida dependiera de ello. Agradecía que la casa de su abuela no estuviera tan lejos.

El sol se estaba poniendo y el viaje había —para su mala suerte— durado más de lo requerido poniéndolo tremendamente nervioso e inquieto.

Sus pulmones parecían estar a punto de explotar y su corazón palpitaba frenético dentro de su pecho mientras pedía para sus adentros no estar equivocado.

Le parecía una locura, pero no le importaba si incluso tenía que buscar debajo de las piedras. Quería encontrarlo.

Llegó después de unos diez minutos al distrito tan familiar y se dirigió directamente hacia la playa. En cuanto se adentró a esta y sus zapatillas se hundieron en la fina arena, los cálidos y últimos rayos de sol le pegaron en el rostro. Se acercó ansioso hacia ese lugar donde había llevado a Baekhyun por primera vez.

El aire se atascó en sus pulmones y una gran sensación de alivio lo asaltó por completo cuando lo vio a lo lejos, de espaldas a él y con la vista al mar que reflejaba el cielo poniéndose anaranjado bajo el creciente atardecer.

Baekhyun estaba sentado y doblegado sobre su propio cuerpo, abrazando sus piernas que estaban flexionadas y tocaban su pecho.

Con algo de cautela, nerviosismo y preocupación comenzó a acercarse. Notó que el otro le dio un vistazo rápido que no le dio tiempo ni siquiera de parpadear, pero no se movió ni un solo centímetro y se mantuvo inmóvil hasta que el menor se sentara a su lado, sin decir nada.

El silencio los envolvió unos largos minutos. Ninguno dijo nada. Chanyeol trató de flexionar sus largas piernas sobre la arena mientras veía cómo el sol iba escondiéndose lentamente junto a las tranquilas aguas frente a sus ojos.
Baekhyun seguía sin despegar sus ojos de la vista delante de ellos, con su barbilla pegada a sus rodillas.

—Estás aquí.

Chanyeol se volteó hacia él mirándolo y ladeó una sonrisa, volviendo su vista al frente.

—Eres bueno jugando a las escondidas, ¿sabes?

El pelinegro sonrió levemente también sin mirarlo todavía. Se sentía tonto por haberse ido así como así, como un cobarde. No se atrevía a cruzar miradas con el otro.

—¿Te causé muchos problemas?

—Estaba preocupado.

—Lo siento...

—No importa.

—¿Viniste a visitar a tu abuela?

El de cabello marrón lo miró con algo de confusión frunciendo las cejas, entonces sonrió débilmente.

—No, vine a buscar a alguien.

—Oh, ¿y cómo te fue?

—Ya lo encontré.

 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒍𝒚 𝒄𝒉𝒂𝒏𝒚𝒆𝒐𝒍 ➳ chanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora