ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴏᴄʜᴏ

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—¡Bee bee! ¡Bájate de ahí, corazón! —exclamó Rey mirando al gato pasearse por encima de su clóset y maullando cada vez que miraba hacia abajo— Ven con mamá... ven, Bee bee.

Una y otra vez fue ignorada por su nueva mascota. Llevaba viviendo en el departamento tres días y ya había causado una serie de destrozos y crisis emocionales por parte de la chica. Rompió las cintas de los tenis de Ben, rasgó las cortinas de su habitación y paseaba por todo el lugar, llegándose a perder y causando pánico en Rey. Ahora se encontraba arriba del clóset y no parecía tener intenciones de bajar ya que tenía miedo.

Rey estaba en otra crisis nerviosa mientras seguía tratando de bajarlo de ahí, pero no lo alcanzaba. Ella era bastante alta, pero parecía ser una enana a lado de Ben ya que el chico era realmente gigante, por lo que decidió llamarlo, encontrándose con la sorpresa de que él ya la observaba divertido recargado en la puerta.

Rey resopló, furiosa y avergonzada.

—¿Necesitas ayuda? ¿Mi ayuda? —preguntó él sonriendo, haciéndola enojar más. Ben caminó hacia donde estaba ella y la chica lo empujó suavemente con el brazo, alejándolo de ella.

—Yo puedo sola —dijo entre dientes, continuando sus intentos fallidos por bajar a Bee bee

—Claro, por que no llevas casi cuarenta minutos tratando de hacerlo por ti misma —el chico se estaba divirtiendo, observándola estirarse de puntitas y fallando en el intento una y otra y otra vez. Rey lo miró, inflando los cachetes y cruzándose de brazos.

—¡Es difícil! —exclamó, haciéndose a un lado— Te invito a intentarlo.

Ben asintió, estirando sus largos y musculosos brazos hacia la mascota de su compañera y lo tomó por los costados, obteniendo un maullido por parte del animal. Lo sostuvo con facilidad y se lo entregó a Rey, aunque el gato saltó y salió corriendo de la habitación probablemente a hacer algún otro destrozo en el lugar. 

—No estuvo tan difícil —el chico se encogió de hombros, echándose a reír al mirar a Rey. Se acercó a ella y, como si de una niña pequeña se tratara, puso su mano en su cabeza y le revolvió el cabello, girándose y volviendo a la estancia para continuar con una de sus tareas.

Rey se quedó de pie, con la sangre hirviendo en su rostro y conteniéndose de gritarle al chico que estaba invadiendo su hogar. ¿Quién se creía para tratarla como una bebé? Ella era alta, bastante alta para ser una chica y para su edad, pero aquel... gigante la veía pequeña por ser eso ¡un gigante! 

No podía esperar para que aquella estúpida cuarentena acabase y así poder volver a estar sola. Sola con Bee bee, lo cuál sólo lo volvía mejor. Extrañaba su privacidad, su intimidad... también extrañaba recorrer los pasillos de la universidad, entrar a las aulas, respirar el aroma de la biblioteca y obviamente también extrañaba sus mejores amigos, incluso echaba de menos a sus compañeros con los que, si bien no tenía una amistad establecida, intercambiaba saludos o tenía alguna que otra plática casual.

Otra cosa que extrañaba demasiado era salir por si misma y dar un paseo; a veces le gustaba ir al centro comercial a consentirse un poco y de paso llegar a comprar comida y algunos juguetes para Bee bee (pensando en ello, hizo una nota mental para recordar sacar los juguetes y usarlos ahora que por fin lo había adoptado), también salir a correr al parque y echarse en el césped... ¿cómo volvería a hacer todo aquello con la misma normalidad con la que lo hizo alguna vez?

Se sentó en su cama, apoyando sus codos sobre sus rodillas y dejando caer su cabeza sobre sus manos. Suspirando, dejó a su mente divagar en los pensamientos que había querido evitar durante las últimas semanas.

LovesickWhere stories live. Discover now