ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪɴᴜᴇᴠᴇ

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¿De dónde había salido tanta tarea? 

Probablemente toda esa tarea que evitaste hacer mientras tonteabas con Ben Solo y, luego de que se fuera, mientras llorabas y te lamentabas, pensó Rey. Pero de nada servía quejarse; estaba en la recta final del semestre y debía terminar todo el trabajo pendiente, subirlo para la revisión y después esperar por los resultados finales. Al paso al que iban las cosas, estaba casi segura de que podía dar la graduación por perdida, pero en realidad esa era la menor de sus preocupaciones.

Estaba tentada de hacer su carga de trabajo y agregarle la de Ben Solo, el chico que pasó de ser un potencial amigo a su peor enemigo y finalmente, ¿qué era, realmente? ¿Un interés amoroso? No era el momento para pensar en ello, estaba muy ocupada como para llorar.

Pensó que tal vez podría hacer los trabajos pendientes del chico una vez que terminara los suyos, pero probablemente sería imposible. Tenía mucho tiempo sin estar tan terriblemente ocupada, y asumió que no era la única pues no había señal de sus dos mejores amigos, y era bastante raro no verlos activos en redes sociales. La buena noticia era que el proyecto de Holdo (que había salido bien pero a la vez seguía perturbándola durante las noches) era el trabajo más pesado de todos, y ya estaba hecho. Ahora sólo tenía que concentrarse en lo demás y pronto sería libre de seguir lloriqueando y lamentándose por todo su departamento. 

De cierta forma, la universidad le funcionaba como una terapia. Podía decidir concentrarse en el estudio de la lengua y no pensar en Ben Solo, o en cómo la besaba y utilizaba su lengua... ¡Basta! Su mente estaba divagando (de nuevo) y sabía que si no se controlaba terminaría donde mismo: sin hacer nada, llorando en posición fetal. No le gustaba estar consciente de que se había acostumbrado al chico y a su presencia, y también se había permitido apegarse demasiado. 

Podía ser debido a que nunca en su vida había podido permitírselo, huyendo e ignorando todo al más mínimo sentimiento de afecto, pero lo de Ben iba más allá. Ahora estaba segura de eso, después de haber leído lo que el chico escribió y después de haber hecho ella su propio escrito, no podía negarse que lo suyo databa desde probablemente el momento en el que se conocieron. Era gracioso, realmente, pensar en que todos esos años discutiendo eran sólo dos chicos asustados de sus sentimientos tratando de enmascararlos.

Recordaba muy bien su primera impresión del joven Ben Solo, un adolescente recién salido de la pubertad que se portaba tímido cada vez que ella se acercaba. Ben solía enrojecerse hasta las orejas con una simple mirada de su parte, y aunque Rey era bastante tímida también, el chico le provocaba curiosidad. A veces trataba de reunir el valor para pedirle ayuda ubicando algún salón o para encontrar a algún maestro, pero él siempre huía. No fue hasta el baile que se le acercó y le extendió la mano, llevándola hasta el centro de la pista.

Rey era capaz de cerrar los ojos y volver a presenciar la escena una y otra vez; después de todo, eso hizo durante aquel verano entero. 

—Mi nombre es Ben —murmuró mirando el suelo mientras posaba su mano en la cintura de la adolescente.

—Lo sé —Rey sonrió, lo que hizo que la mirara y se sonrojara—. Pero yo soy Rey, por si las dudas.

Ben rió, sacudiendo levemente la cabeza.

—Lo siento si todo esto te parece extraño... probablemente lo es.

—Todo lo que conlleva la escuela es extraño para mi, Ben —la chica se encogió de hombros—. Ni siquiera quería venir, mucho menos con este estúpido vestido.

Llevaba un vestido blanco de encaje, suelto de la cintura hasta las rodillas. 

—Creo que luces bonita.

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