ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏᴄᴇ

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Rey estaba sentada en el suelo de la sala, con Bee bee paseándose alrededor de ella. Tenía su laptop puesta encima de la mesa del centro, y estaba preguntándose si de verdad quería escuchar hablar a sus amigos. Más allá de querer o no escucharlos hablar, la incógnita era si de verdad estaba dispuesta a escucharlos mofarse de ella y de su situación con Ben. Ya habían pasado dos semanas desde que ella había salido al supermercado, por lo que el chico salió para hacer las compras necesarias para la quincena.

En parte, ella tenía la sospecha de que Ben tenía una gran urgencia en salir para librarse de ella un rato, sobretodo después de haber tenido que cuidar de ella. Pensar en eso la hacía sentir incómoda, ¿cómo le iba a regresar el favor de haberse dado la molestia de ayudarla? Ben no solamente estuvo viendo por ella durante esos días, también cocinó para ella (comida deliciosa, por cierto) y le ayudó con la medicina... ¡gracias a él tuvo una consulta! ¡Con su tío! Además, las cosas parecían haber cambiado desde su cumpleaños, y de verdad la había pasado bien, lo cual le preocupaba.

Ya le debía varios favores y eso no le agradaba. Además, podía sentir como el ambiente con el chico iba cambiando día a día. Al principio, ni siquiera podía verlo... odiaba despertar y encontrarlo en la sala de su departamento; deseaba que todo fuera una pesadilla. Ahora... ni siquiera quería detenerse a pensar en cómo se sentía. 

Finalmente, decidió llamar a sus amigos, ¿qué era lo peor que podía pasar? Constantemente la molestaban, llamándose los fans número 1 de Rey y Ben, una pareja inexistente que ellos se habían creado. Había pensado en hablarles desde días antes, pues había pasado ya demasiado tiempo sin saber de ellos aparte de lo que publicaban en redes sociales, y lo cierto era que los extrañaba. Después de haberles pedido que la ignoraran en su cumpleaños (y estaba agradecida de que lo habían hecho) sabía que si no les llamaba pronto eran capaces de romper la cuarentena e ir por ella.

—¿Rey? Han pasado 84 años... —dijo Finn apenas respondió, riendo—. Bueno, al menos respondiste nuestro mensaje el día de tu cumpleaños.

—Lo sé, he estado ocupada —el chico levantó una ceja, sonriendo con picardía—, y también me enfermé.

La expresión de Finn cambió inmediatamente a un gesto preocupado y alerta.

—¿Te dio coronavirus?

—No, fue solamente gripe —Rey sonrió, tranquilizándolo—. Pero fue muy molesto, no podía hacer absolutamente nada más que comer y dormir.

Él rió.

—Me sorprende que no te hayas vuelto loca.

—Estuve muy cerca, a decir verdad —respondió con una mirada intensa—. ¿Dónde está Poe? Es raro no verlos juntos.

—Se está bañando... por fin —la última parte la susurró, haciendo que Rey soltáse una carcajada—. Va a estar muy decepcionado de haberse perdido tu llamada.

—¿Por qué se la perdería? —ella levantó una ceja— No es una llamada corta.

Finn abrió la boca y levantó ambas cejas, emocionado. Ahora sabía que Rey llamaba porque había un buen tema de conversación que duraría al menos un buen rato, y era algo bueno pues tenían varios días sin hablar y comenzaban a extrañarse.

—Ahora estoy intrigado —respondió sonriendo—. Pero Poe acaba de entrar hace unos diez minutos y es probable que en su concierto a penas acaban de salir los teloneros y él está a punto de empezar así que... —se puso pensativo— Es probable que se tarde al menos una hora y media más.

Rey hizo una mueca. Le hubiera encantado poder hablar con ambos chicos, pues a pesar de saber hacer bromas a costa suya, eran los mejores amigos y consejeros. Ellos la conocían como a la palma de sus manos, y aunque eso la podía asustar, a veces era bueno pues veían cosas que para ella eran invisibles o inexistentes. Pero debía aprovechar el momento, pues con Ben en casa todo el día (y bastante atento a ella) sería imposible tener tiempo realmente a solas para discutir diversos temas con sus amigos. No volvería a quedarse sola hasta dentro de otros quince días (no pensaba volver a salir hasta que el virus desapareciera), y ella necesitaba hablar de inmediato.

LovesickWhere stories live. Discover now