ᴇᴘɪʟᴏɢᴏ

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Graduarse de la universidad era parte de los planes de Rey desde que estaba pequeña, y después de la muerte de sus padres, el deseo de vivir una vida de la que estuvieran orgullosos se volvió más latente, y por ello se esforzaba al máximo en todo lo que hacía. Jamás hubiera imaginado que lo lograría, obteniendo incluso más de lo que se había propuesto en un inicio, y mucho menos en medio de una pandemia a nivel mundial que la había obligado a encerrarse en su casa bajo órdenes estrictas con nadie más y nadie menos que Ben Solo, el chico que era su competencia en la escuela, su peor enemigo, la última persona en el universo entero con la que habría querido estar.

Pero como siempre, la vida tenía otros planes, entre ellos estaba el hecho de que terminaría enamorada del chico, disfrutando de su compañía, requiriendo su cercanía, incluso dándose cuenta que ese odio que existía entre ellos no era nada más que amor reprimido. Al inicio, todo parecía indicar que acabarían muertos, desquiciados, o algo peor... pero con el paso de los días, todo cambió; todo evolucionó.

Ben había estado enamorado de ella desde el primer momento en que la vio. Creyó haber superado esa etapa de enamoramiento, siendo reemplazada por una etapa de odio y rivalidad, pero después de todo lo que sucedió durante la cuarentena, y recordando en retrospectiva, se percató de que nunca la superó. Todo cobró sentido, desde las pequeñas acciones hasta las más significativas.

Todos los bailes escolares en los que no era capaz de despegar sus ojos de ella, a pesar de haber logrado conseguir una cita con las chicas más populares y hermosas de toda la preparatoria, las fiestas (de Hux o de cualquiera) cuidando de ella desde lejos, pendiente de su bienestar y el como no podía dejar de pensarla después de unos cuantos tragos. También comprendió por qué nunca podía mantener una relación; el por qué rechazaba a todas las chicas que intentaban algo serio, y el por qué había llamado a Paige Tico por el nombre equivocado.

Era Rey... siempre había sido ella.

Año y medio después del inicio de la cuarentena finalmente se estaban graduando. El encierro obligatorio poco a poco se había ido eliminando y, siguiendo las indicaciones sanitarias, todo se iba reactivando. Rey ya había firmado el contrato para su trabajo, y comenzaría el siguiente semestre, y Ben había encontrado un trabajo como editor. Se suponía que vivirían juntos hasta el final de la cuarentena, pero terminaron por hacerlo permanente; día tras día, visitaban la casa de los Solo para empacar y mudar, y pasar el rato con Han y Leia, y también con Chewie (resultó ser un perro encantador y amigable). 

Antes de comenzar la ceremonia de graduación, Ben habló con su madre.

—Mamá, quería hablarte de algo —el chico siguió a la mujer por toda la segunda planta de su hogar, pues Leia buscaba sin parar la joyería perfecta para su atuendo.

—¿Qué pasa, cariño? —respondió, sentándose finalmente en la orilla de su cama, mirándolo con atención— Parece que es algo urgente.

El chico sonrió, ligeramente sonrojado.

—Es importante —tragó saliva—. Sabes que amo a Rey, y demasiado...

—No es ningún secreto, Ben —la mujer rió.

—Bueno... —comenzó a decir, pero los nervios eran demasiados. Tomó aire, preparándose para seguir hablando—, quiero comprometerme con ella.

Se quedó en silencio, esperando la reacción de su madre. 

—¿Comprometerte? —preguntó y él asintió— O sea, ¿casarte con Rey?

El rostro de Leia estaba serio, y eso lo puso más nervioso, pero no podía echarse hacia atrás.

—Ya vivimos juntos, mamá, y aunque parezca que ha sido por poco tiempo la verdad es que tenemos algo real y la amo, sé que quiero pasar el resto de mi vida con ella —respondió, sonriendo—. Una vez me dijiste que cuando conociera a la chica indicada podría tener los anillos de los abuelos.

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