ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴜɴᴏ

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Estar enfermo era lo peor, Ben odiaba incluso los pequeños resfriados que solían darle de vez en cuando. Odiaba sentirse mal en lo más mínimo, ya fuese un dolor de estómago, un dolor de cabeza o algo más serio, y era por ello que el nuevo virus de moda le preocupaba demasiado, y pensó que el único riesgo que correría sería al ir al supermercado... nunca le habría pasado por la cabeza que tal vez sería su padre quien lo contagiaría, aún después de no haberlo visto después de casi cuatro meses.

Casi todo estaba saliendo bien para él; estaba a punto de graduarse, sus calificaciones eran las segundas más altas y, después de un camino lleno de rocas y obstáculos, por fin había podido aceptar lo enamorado que estaba de Rey, esa chica de cabello castaño y pecas en el rostro que solía volverlo loco. Después de años de peleas, discusiones y jurar odio eterno, vivir con ella (gracias a la cuarentena) le había hecho darse cuenta de que los sentimientos hacia ella que él creía muertos y enterrados jamás habían desaparecido. Ben Solo seguía siendo el mismo niño tímido que había quedado cautivado con la chica nueva.

Pero como cada vez que las cosas iban impresionantemente bien para él, la vida tenía otros planes. En el momento en el que vio a Luke Skywalker de pie en el umbral supo que algo había sucedido, algo grande y malo, ¿por qué otra razón se molestaría en volver si le había dicho específicamente que ya no podría regresar con él? Y, en efecto, llevaba consigo malas noticias. 

—Tú familia te necesita. Te están esperando, no te han visto en tres meses.

—No quiero dejarte sola, Rey; no creo que pueda hacerlo.

—Ben, yo estaré bien; te veré cuando todo esto acabe.

Luke los interrumpió, anunciando que debían irse. Dejar a Rey debió haber sido una de las cosas más difíciles que el chico había tenido que hacer; la chica sonreía con dulzura a pesar de tener los ojos llenos de lágrimas. Ella insistía en que debía irse, y él estaba seguro de que era lo que menos quería.

—Nos vemos luego, preciosa.

Eso fue lo último que le dijo, después de besarla una última vez y antes de salir del lugar.

El camino hacia el hospital fue terrible; su mente daba vueltas y no sabía ni qué pensar. Minutos atrás había estado con Rey, despertaron de una corta (y merecida, realmente) siesta, y de pronto Luke había aparecido con las peores noticias que podía haber tenido y se encontraba en camino al hospital donde su padre estaba a punto de ser internado con el resto de los contagiados. Tuvo que pellizcarse el brazo un par de veces, convencido de que debía tratarse de un mal sueño, y que despertaría con la chica enredada en sus brazos.

Pero era real. Muy real.

Ni siquiera podía ponerse a llorar. El shock y los nervios lo tenían paralizado, tanto que casi no escuchaba las preguntas de su tío.

—¿Estás bien, Ben?

—¿Huh? —respondió, girándose a mirarlo.

Su tío sonrió con tristeza.

—Pregunté si estabas bien, pero ya veo que es una pregunta estúpida —suspiró; su mirada concentrada en el camino—. Esa chica debe significar más para ti de lo que creí.

Ben se detuvo un momento, pensando en ello. ¿Acaso no acababa de escribir la declaración de amor más cursi de la historia? Se había robado las icónicas líneas que Mr. Darcy le dedicó a Elizabeth Bennet, después de todo. Claro que Rey significaba mucho para él; había caído, y había caído duro. Estaba completamente flechado por ella, y ahora existía la posibilidad de ya no poder confesárselo. 

Dijo que volvería, y lo decía enserio, pero ¿cuándo? Nadie sabía nada acerca del fin de la cuarentena, ni siquiera los mejores médicos tenían una idea de cuándo podrían volver a la normalidad. Su tío le había dicho que una vez fuera del departamento ya no podría llevarlo de vuelta, y hasta donde él sabía, podrían durar en cuarentena incluso años. 

LovesickWhere stories live. Discover now