Capítulo 52

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Chaeyoung emitió un gemido ahogado y se tambaleó hacia delante.

—¡Lo has matado!

—Yo no, Chaeyoung. Has sido tú. —Namjoon arrojó la pistola hacia la tumba abierta, donde aterrizó entre la tierra—. Te has cargado a este hombre. Por cierto, recuérdame que le pregunte a la señora Myoui cómo te has enterado de que existía este sitio. Bueno, es igual, el caso es que has perseguido a Benedic hasta aquí, le has obligado a cavar su propia fosa y luego, con el arma que le habías robado al policía que atacaste, le has disparado a Benedic a sangre fría para que no pudiera testificar en tu contra en el juicio por el asesinato de Jackson Wang.

Chaeyoung continuaba con la mirada fija en el espacio vacío en el que hacía unos segundos se hallaba Benedic, de pie. Miró la pistola, demasiado lejos para recuperarla. Volvió a dirigir los ojos hacia Namjoon, extendió las manos limpias.

—Sabrán que yo no he apretado el gatillo.

—Sí que lo harás. Después de muerta. No te preocupes. Lo montaré para que parezca convincente.

—Mina sabe la verdad.

Namjoon guiñó un ojo.

—Encontraré la manera de convencerla de lo contrario.

Olvidándose de todas las reglas de autoprotección, Chaeyoung arremetió contra él. Namjoon reaccionó y pegó dos tiros antes de que Chaeyoung pudiera agarrarlo de la muñeca en la que llevaba la pistola y retorcérsela. Namjoon gritó de dolor y soltó el arma.

«Es la hora de la revancha», pensó Chaeyoung mientras le daba un puñetazo certero en la boca a Namjoon. Con el puño izquierdo, golpeó el pómulo del detective y notó cómo se le partía la piel. Pero su satisfacción no duró mucho por culpa de un latigazo en el hombro izquierdo, pues notó como si le marcaran la carne con un hierro candente. Entonces fue cuando se dio cuenta de que una de las balas de Namjoon le había dado. Sin embargo, el dolor no hizo sino alimentar su rabia. Le golpeó sin piedad.

Namjoon contraatacó con sed de venganza. Le atestó un puñetazo en el estómago a Chaeyoung y, cuando ésta se tambaleó hacia atrás, Namjoon dio un paso a un lado y le clavó otro golpe en el riñón. El ángulo no era muy bueno, así que el puñetazo no tuvo demasiado impacto, pero aun así consiguió que a Chaeyoung le fallaran las rodillas.

Se recompuso antes de caer al suelo y, en un acto reflejo, dio una patada, que aterrizó de lleno en la tibia de Namjoon. Eso frenó al detective el tiempo suficiente para que Chaeyoung se diera la vuelta y quedara de nuevo frente a frente con su agresor, antes de recibir un puñetazo en las costillas en lugar de en los riñones.

Forcejearon hasta que Chaeyoung perdió la noción del tiempo y del espacio, hasta que las manos le dolieron más que la herida de bala, más que cualquier otra parte de su cuerpo ensangrentado. Namjoon tenía la boca hinchada y comatosa, y no dejaba de escupir sangre. Sus ojos resplandecían con un odio demente. Y Chaeyoung supo que Namjoon pelearía hasta que uno de los dos muriera.

No hacía mucho, Chaeyoung habría pensado: «Bueno, pues o yo mato a este cabrón, o él me mata a mí, cualquiera de las dos cosas da lo mismo». Pero ahora quería vivir. Quería vivir mucho tiempo, y junto a Mina. Esa esperanza hizo que continuara peleando incluso cuando la pelea la había superado y cada esfuerzo le costaba sudor y lágrimas.

El sonido más dulce que había oído jamás fue el ulular de las sirenas. Se oían desde lejos, pero se acercaban a toda prisa. Mientras que para Chaeyoung suponían un alivio, parecieron enloquecer aún más a Namjoon y renovar su fuerza destructiva y su determinación.

Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]Where stories live. Discover now