Capitulo 10

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Se escuchó un gruñido pero no procedía de ninguno en ese claro, una forma similar a la de un mamut de color tostado cayó sobre el centro del
claro, arrojando al suelo a Riley.

–¡No!– gritó Victoria, contrariada, con su voz aguda por la incredulidad, era algo que ella no se esperaba.

A un metro y medio de Lydia un enorme lobo arrancó la cabeza de un mordisco y lo separó del cuerpo del vampiro rubio. Un objeto blanco y duro chocó contra las rocas al lado de los pies de Bella, quien se deslizó a un lado para apartarse. Victoria no desperdició ni una sola mirada en el chico al cual había jurado poco antes su amor. Tenía los ojos aún fijos en Bella, llenos de una decepción tan feroz que le daba un aspecto desquiciado.

–No –repitió entre dientes, mientras Edward comenzaba a moverse hacia
ella, bloqueándole su acceso hasta Bella, Lydia solo le sonreía provocando las la furia de Victoria. Edward asintió hacia el lobo, Seth, quien poco después se marchó del claro.

Victoria y Edward se observaban. Mientras ella se deslizaba hacia atrás, moviéndose de un lado al otro, intentando encontrar un hueco en su defensa. Él seguía su juego de piernas con agilidad, acechándola con perfecta concentración. Comenzaba a moverse justo una fracción de segundo antes de que ella se moviera, leyendo sus
intenciones en sus pensamientos. Lydia no se apartaba de Bella, para protegerla cualquier cosa.

Victoria se abrió camino en zigzag hacia el extremo más lejano del pequeño claro. Estaba dividida: sus pies la empujaban hacia la seguridad, pero sus ojos mostraban su ansia de matar a Bella como si fueran imanes, atrayéndola hacia Bella. Se podia ver cómo luchaba con su deseo interior de matar contra el instinto de supervivencia. Edward también podía ver esto.

–No te vayas, Victoria–murmuró en el mismo tono hipnótico de antes había usado en Riley –Nunca tendrás otra oportunidad como ésta.–

Ella le mostró los dientes y siseó en su dirección.

–Siempre podrás huir luego–ronroneó Edward –Tendrás mucho tiempo para eso. Es lo que haces siempre, ¿no? Ése es el motivo por el que te retenía
James. Le eras útil, pese a tu afición a los juegos mortales. Una compañera con un asombroso instinto para la huida. Él no debería haberte dejado. Bien que le habrían venido tus habilidades cuando le cogimos en Phoenix.–

–Sin embargo, eso fue todo lo que significaste para él. Es de tontos malgastar tanta energía vengando a alguien que sintió menos afecto por ti que un cazador por su perro. No fuiste para él nada más que alguien oportuno.  Cuando estaba tratando de matarme, el me lo dijo, cuando le pregunté por ti– ahora era Lydia la que hablaba. Edward esbozó una sonrisa torcida.

Con un aullido estrangulado, Victoria se precipitó contra los árboles de nuevo,
fintando hacia un lado. Edward respondió y el baile comenzó de nuevo.
Edward cambió de posición, conforme se acercaron el uno al otro, y aquello se convirtió en una lucha entre un león y una leona. El baile aumentó de ritmo.
Agudos crujidos y chasquidos reverberaban de la pared del acantilado, conforme alguien era desalojado de su lugar.

Los dos chocqron contra la pared rocosa sobre la cabeza de Bella y Lydia con una fuerza que pareció sacudir todo el pico de la montaña. Se escuchaba cómo se escapaba el aire de los pulmones de Bella y Lydia la sacó fuera de su camino cuando Edward rebotó contra la piedra y cayó sobre el
suelo a pocos metros de donde Lydia se encontraba.

Empezaron a caer fragmentos agudos de roca sobre la cabeza, arañándo la piel desnuda de la única humana en el claro. Una astilla de roca afilada le cayó encima del brazo derecho y la aferré irreflexivamente. Sus dedos se cerraron a su alrededor cuando se activaron sus propios instintos de supervivencia.

Su uerpo se preparaba para luchar, sin preocuparse de lo poco efectivo que fuera el gesto, al no haber ocasión alguna para la huida. Se le disparó la adrenalina en las venas. Notaba que la piedra le cortaba la palma y sentía las protestas de la fisura de su nudillo. Era consciente de todo esto, pero a pesar de Bella no podía sentir dolor. Lydia no lo notaba, solo observaba fijamente a Victoria, por si lograba pasar a Edward.

Lydia no tenía ni idea de si Edward ganaba o perdía. El necesitaba ayuda. Una distracción. Algo que le diera una oportunidad. Lydia estaba pensando en que podía hacer, sin romper la promesa de no apartarse de Bella. Sin que Lydia lo notara la mano de Bella se aferró a la astilla de piedra tan fuerte que uno de los soportes de la piedea se rompió.

Con la punta aguda del fragmento se subio el grueso jersey hacia arriba para
exponer la piel y después presioné la parte más afilada contra la arruga de su  codo. Allí tenía la larga cicatriz que se hice la noche de su último cumpleaños,
cuando todo se complicó.

Luego de una ardua lucha entre Victoria y Edward, ella comenzó a apartarse de Edward con una
decepción infinita llameando en sus ojos. Le lanzó una corta mirada de anhelo a Bella y después empezó a retirarse más deprisa.

–No–canturreó suavemente Lydia, con una voz seductora– Quédate un poco más, ahora es mi turno–

Victoria aceleró y voló hacia el refugio del bosque como la flecha de un arco.
Pero Lydia fue más rápida, como la bala de una pistola. La agarró por la espalda desprotegida justo al borde de los árboles y el baile se acabó con un último y sencillo paso.
La boca de Lydia se deslizó por su cuello como una caricia. Podría haber estado besándola, que no se diferenciaría. Y luego su ardiente pelo ya no siguió conectada al resto de su cuerpo. Las temblorosas olas rojas de sus cabellos cayeron al suelo y dieron un salto antes de rodar hacia los árboles.

–Me las debía, ya me tenía harta– Lydia se acomodó su cabello y la ropa, para que se viera en perfecto estado, y con una perfecta sonrisa se empezó a encaminar hacia la otra batalla, para descubrir si perdían o ganaban.

Lo que ella no esperaba, era ver a sus hijos junto a los Cullen, cuando se suponía que estaban en la casa, a salvo.

Y sin saber que esperar de Jasper, con quien no había hablado luego de decirle sobre sus hijos.

A penas Lydia llego, noto a Jacob en el suelo, con mucho dolor, pero no pudo preguntar nada ya que en ese momento apareció Edward con Bella inconsciente.

–¿Que sucedio?–

–Lleva así cinco minutos, Carlisle.–Edward ignoro la pregunta de Lydia, quien aún no veía a Cheryl y Alec, quienes trataban de irse sin hacer ruido.

–Recobrará el sentido cuando esté preparada, Edward–respondió Carlisle con la calma –Hoy ha tenido que pasar las de Caín. Dejemos que la mente se proteja.–

–¿Cuánto tiempo tenemos, Alice?– inquirió Edward con voz aún tensa,
evidenciando el escaso efecto de las palabras tranquilizadoras de Carlisle.

–Otros cinco minutos –la voz chispeante y alegre de Alice sonó aún más distante –Bella abrirá los ojos dentro de treinta y siete segundos. No tengo duda alguna de que ya nos escucha.–

–Bella, cielo, ¿me oyes?– sonó una dulce y reconfortante voz, la Esme –Ya estás a salvo, cariño.–

Luego Lydia observó a Edward decirla algo al oído, ella no le prestó atención, no pasaron ni dos segundos y Bella se despertó.

–Bien, ahora que la Bella durmiente despertó ¿tenemos cinco minutos para que?– Lydia empezó a observar a todos y a cada uno de los Cullen, en ese momento, noto a los gemelos tratando de esconderse detrás de Emmett. –Cheryl, Alec ¿qué hacen aquí?– la voz dulce de Lydia hizo que ellos se estremecieran.

–Bueno... veras– pero Lydia ignoro sus patéticas escusas y observo a Jasper.

–¿Como los dejastes pelear? ¿Y si les hubiese pasado algo?–

–Ellos me dijeron que tu los dejaste–

Lydia observó a los gemelos seriamente, ellos trataron  de poner la cara más angelical del mundo.

–Interrumpiendo esta discusión, Lydia, los Vulturis ya vienen– Rosalie le contesto la pregunta antes formada.

Maratón 3/3

𝑻𝒉𝒆 𝑶𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑺𝒘𝒂𝒏 [𝑱𝒂𝒔𝒑𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒍𝒆] EditandoWhere stories live. Discover now