Capitulo 11

4.8K 288 8
                                    

Lydia siseo, y no fue la única. La mitad de los vampiros del mismo grupo se hizo eco de la protesta y los testigos Vulturis hicieron otro tanto al otro lado
del prado. El rumor flotó en el aire como un tenue chisporroteo. Edward echó un paso atrás y le rodeó a Bella la cintura con una mano a fin de contenerla.

Amun miró a su alrededor con manifiesta incomodidad.

–No he acudido para emitir juicios respondió, saliéndose por la tangente.

Aro soltó una risilla.

–Dame sólo una opinión.– El testigo alzó el mentón.

–No veo peligro alguno en la niña. Aprende más deprisa de lo que crece.– El líder Vulturis asintió, como si sopesara la cuestión, y echó a andar, pero el vampiro egipcio le llamó.

–¿Aro?–

–Dime, amigo mío.– Lydia puso los ojos en blanco, "amigo", tuvo que contenerse para no bufar.

–He dado mi testimonio y nada más me retiene aquí. A mi compañera y a mí nos gustaría marcharnos ahora mismo.– Aro le dedicó la más amable de las sonrisas.

–Por supuesto. Me alegra haber tenido la ocasión de conversar contigo, aunque sea sólo un poco, y estoy seguro de que volveremos a vernos pronto.– Amun frunció los labios con fuerza hasta formar una línea mientras digería la amenaza apenas disimulada de esas palabras. Tocó el brazo de Kebi y luego ambos echaron a correr por el confín meridional de la pradera y desaparecieron entre los árboles.

–Cobarde– murmuró Lydia, llamando la atención de Aro, quien solo sonrió, luego Aro se deslizó a lo largo de la línea en dirección este, rodeado por unos guardaespaldas muy nerviosos. Se detuvo a la altura de la enorme silueta de Siobhan.

–Hola, Siobhan, estás tan hermosa como de costumbre.– La vampira hizo una inclinación de cabeza y permaneció a la espera –Dime, ¿respondes a mis preguntas en el mismo sentido que Amun?–

–Sí, pero tal vez añadiría algo– replicó ella –Renesmee comprende los límites y
no pone en peligro a los humanos. Es una mezcla de más calidad que nosotros, y no supone amenaza alguna para nuestra cobertura.–

–¿No se te ocurre ninguna?– preguntó Aro, sombríamente.

Edward gruñó, un bajo y desgarrado sonido que surgió de lo más hondo de su garganta. Los velados ojos carmesíes de Cayo refulgieron. Renata tendió los brazos hacia su señor en ademán protector. Garrett soltó a Kate para dar un paso hacia delante, ignorando la mano de ésta, que ahora pretendía refrenarle a él.

–Creo que no te sigo– contestó Siobhan con lentitud.

Aro se deslizó hacia atrás como si tal cosa, pero acabó más cerca de la guardia y con Renata, Félix y Demetri pegados a su sombra.

–No se ha quebrantado ley alguna– dijo Aro con tono conciliador, pero todos los
asistentes intuimos que la salvación estaba al caer. Lydia necesito hacer un gran esfuerzo para contener la rabia que estaba a punto de subir por su garganta y salir para gritar un desafío. Tenía que pensar con la mente fría, no ser impulsiva, aunque ella fuera una Mikaelson.

Bella aplico su ira en su escudo, haciéndolo más grueso, y se aseguró de que todos estuvieran protegidos

–No se ha quebrantado ley alguna– repitió –Ahora bien, ¿podemos deducir de eso la ausencia de peligro? No.– Sacudió la cabeza con suavidad –Son asuntos diferentes.–

Maggie, ubicada en los límites del grupo de luchadores, meneó la cabeza
para sacarse la rabia de encima. Aro anduvo con ademanes pensativos. Parecía levitar sobre la nieve más que
pisarla. Cada paso le acercaba más y más a su guardia.

𝑻𝒉𝒆 𝑶𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑺𝒘𝒂𝒏 [𝑱𝒂𝒔𝒑𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒍𝒆] EditandoWhere stories live. Discover now