017.

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Obi-Wan se dio prisa en atravesar los pasillos del Templo. Dhejah y su compañía acababan de embarcarse de nuevo en El Resistencia, y el Maestro era incapaz de deshacerse de la sensación de preocupación que comenzaba a invadirle. Su amiga le había asegurado que todo saldría bien, con su sonrisa brillante y despreocupada, como siempre. Le había dicho que aquella misión sería otra más, que se había acostumbrado a ese tipo de campañas desde la misión a la Luna de Clytia.

Kenobi seguía teniendo un mal presentimiento, así que esperaba que Dhejah no se equivocase.

Continuó por los pasillos, saludando a algunos de sus conocidos hasta que por fin llegó a la zona donde la mayoría de las salas de meditación se encontraban. Sabía que era allí, en la parte más tranquila del Templo Jedi, donde encontraría al Gran venerable Maestro Yoda.

Había pasado muchísimo tiempo desde que Obi-Wan fue un Padawan o un iniciado en la Orden, pero recordaba a la perfección, incluso ya bien entrado en sus años como Maestro, todas las ocasiones en las que había acudido al pequeño hombre verde en busca de consejo.

Había algo en sus respuestas crípticas, en su gran confianza hacia la Fuerza, que hacía que Obi-Wan se sintiera mejor cuando algo le preocupaba. Solía funcionar la mayoría de las veces.

Sintió la presencia de Yoda en una de las salas, y él sintió la de Obi-Wan, porque la puerta se abrió antes de que Kenobi pudiera apretar el botón. La habitación estaba bañada en penumbra, las cortinas corridas para que la luz de Coruscant no molestase durante la meditación. Yoda estaba sentado en uno de los sillones redondos y grises, y abrió sus grandes ojos verdes para mirar a Obi-Wan con una sonrisa. Abrió su pequeña mano de tres dedos, señalando el sillón frente a él e invitándole a sentarse. Kenobi obedeció y la puerta se cerró.

—Buscándome estabas, Maestro Kenobi —declaró Yoda.

Obi-Wan asintió, removiéndose en sus ropas para poder ponerse cómodo en su asiento.

—Así es, Maestro —coincidió él—. Me temo que no he encontrado el momento para hablar con usted sobre lo que ocurrió en Thunij.

Yoda alzó una mano, pasándosela por la barbilla mientras emitía un sonido que sugería que estaba pensando.

—¿Algo más que decir tienes? —le preguntó tras un instante.

Obi-Wan no apartó la mirada.

—El informe de la Maestra Ernark está muy completo —explicó—. No hay nada al respecto que desee añadir personalmente.

Su amigo asintió, comprendiendo.

—Asuntos de guerra estos no son, entonces.

Kenobi negó con la cabeza.

—No, Maestro —declaró—. Son asuntos Jedi.

Yoda abrió la mano hacia él.

—Hablar debes, entonces.

BLAME ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora