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Sólo faltaba una hora estándar para que El Resuelto llegara a Coruscant cuando Kix, uno de los clones en la bahía médica, dejó que Brandar saliera de su habitación y caminara por el Buque Insignia de Skywalker.

Era consciente de que iba a tener que hablar durante mucho tiempo frente al Consejo una vez volviera al Templo, y por eso quería intentar distraerse ahora. Estaba cansado, adolorido, pero lo que más le molestaba era no sentir su trenza de Padawan contra su mejilla derecha.

No había visto a la Maestra Ernark desde que Kenobi la había traído a la nave en brazos. Ambos habían desaparecido tras una cortina con un clon médico y un droide, y Brandar no había podido obtener mucha información respecto a su estado. Sabía que su condición era estable, que estaba inconsciente por el cansancio.

Suspiró, pasando cerca de un grupo de clones con armaduras blancas y azules.

Brandar conocía bien a su Maestra, y casi podía imaginársela diciéndole que no era su trenza lo que le hacía un Padawan. Aun así, se había dejado el pelo largo desde que había llegado al Templo, siempre previendo el día en el que se convertiría en aprendiz. Todo ese tiempo no había servido para nada, se dijo: aquel hombre con la cicatriz en la frente se la había arrancado sin miramientos, usando un cuchillo sin afilar para ayudarse. Se llevó la mano a la cabeza, y sintió un pequeño mechón de pelo rubio, más largo que el resto de su pelo: eso era todo lo que quedaba.

A continuación, movió esa misma mano a la espada láser en su cinturón. Por lo menos esa sí la tenía: los clones de Kenobi habían encontrado su arma en la sala de interrogatorios.

—¡Eross!

Se giró de golpe, sorprendido, sólo para ver a Ahsoka caminando hacia él a buen paso. El Maestro Skywalker venía detrás, caminando con los brazos cruzados y una sonrisa afable en el rostro. Su amiga togruta le abrazó de inmediato, y él le devolvió el gesto amistoso con una pequeña sonrisa.

—¡Cómo me alegro de que estés bien!

Brandar asintió mientras se separaban.

—No voy a mentirte, Ahsoka —le dijo—: fueron unos días duros.

Anakin le puso al joven una mano en el hombro.

—Lo importante es que tú y tu Maestra estáis de vuelta en casa.

Sin saber qué decir, Brandar asintió. Ahsoka se inclinó hacia adelante con una gran sonrisa, como si estuviera muy emocionada.

—¡Tengo algo para ti!

Y entonces se sacó del bolsillo un pequeño hilo lleno de cuentas, igual a su propia trenza decorativa, la cual llevaba detrás de uno de los lekku, porque no tenía pelo que trenzarse. Brandar sintió que se quedaba boquiabierto.

BLAME ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora