CAPITULO II: Bienvenidos al circo de los raros

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Cuando llegue en mi auto ,el exterior del instituto me provocó arcadas.
La escuela estaba más gris y más grande que nunca, sentía que pronto iba a ingresar a alguna clase de circo para raros donde todos me observarían. De seguro iba darme un ataque de pánico en público.

Minutos después me perdí entre los pasillos abarrotado de estudiantes. Me dirigía hacia mi taquilla, la misma taquilla que estaba al lado de la que había sido la de él.

Comencé a recordar el día del accidente, cuando llamé al 911, encontraron el cuerpo de Skylar a unos metros del auto, desangrado y con varios agujeros en el cuello. La policía me hizo preguntas y estúpidamente dije la verdad. Me hicieron pruebas etílicas, toxicológicas y muchas más, pero todas resultaron negativas; así que lo atribuyeron al shock emocional.

Los forenses llegaron a la conclusión de que había sido un lobo salvaje el que había destrozado el cuello de aquel chico, que yo quería.

El funeral fue de lo más espantoso, todos lloraban. Yo estaba sentada entre el gentío con un vestidillo negro y zapatos de tacón, tenía unas gafas de sol enormes que ocultaban mis ojeras y mis ojos llorosos; probablemente estaba más destrozada que el resto, con excepción de los padres de Skylar .Ellos sí estaban, emocionalmente hechos mierda. Su madre estaba pálida y a punto de desmayarse; aferrándose al féretro de su hijo. En cuanto a su padre, él cuidaba de la Sra. Rose pero con lágrimas en los ojos. El hermano de Skylar no se encontraba en el funeral. Kyle había abandonado el pueblo de Kelsinton ni bien tuvo la primera oportunidad y como era de esperarse no acudió ni siquiera al entierro.

El corazón se me partía en dos mientras estaba frente a esa maldita taquilla que había sido vaciada por algún conserje.

Las cosas de Skylar ya no estaban, el color monótono y gris me inundaban las pupilas y solo atiné a cerrarla con fuerza, esto propició que algunos estudiantes voltearan. Pude notar que algunos me miraban con pena y otros se acercaban a mí, dándome el pésame; mientras que yo me quedaba petrificada sin poder decir palabra alguna.

Gracias a dios que el timbre del primer periodo había sonado, fui caminando por los corredores con pesadez y temblando; apenas podía caminar a rastras con la mochila roja sobre mis hombros.El saco verde color hoja que llevaba puesto me daba calor, a pesar del frio que acosaba el ambiente. Dentro de mis oídos sonó un pitido, al parecer estaba a punto de desmayarme. Todo comenzó a darme vueltas.

No me apetecía ir a clase, así que me dirigí hacia el parque cerca a la escuela, corría a trompicones.

El viento movía mis cabellos y lo azotaba contra mi rostro dándome escalofríos; los árboles se veían más terroríficos que antes y la grava, bajo mis zapatos, hacía imposible mi caminata hacia los columpios.

Allí Skylar y yo habíamos tenido largas conversaciones sobre nuestros futuros, sobre nuestras familias y el cómo le había dolido que su hermano los dejara y nunca más se comunicara con ellos.

El tan solo hecho de encontrarme allí hacía que mi alma alcanzara un sosiego indescriptible.

Me senté sobre el columpio de color naranja y dejé la mochila a mi lado derecho. Me mecía y me mecía perdiéndome en mis propios pensamientos, tratando de divisar y recordar el rostro de aquel ser de la noche que quería matar con mis propias manos, pero no podía recordaba su puto rostro. Me eché a llorar; llegó un momento donde ya no podía respirar y traté de calmarme, pero simplemente las lágrimas seguían cayendo a por montones.

Sabía que para matar a un vampiro necesitaba cortarle la cabeza y quemarla, pero también podría quitarle el corazón y lanzarlo al fuego. Si tan solo pudiera recordarlo con claridad...

Elegida para la eternidadWhere stories live. Discover now