Capítulo XX: Revelaciones

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(William)

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(William)

¿Laura estaba herida? ¿Qué hacía en mi mansión? ¿Había perdido la cabeza? ¿Se había entregado a mí para evitar ya toda la cacería?

No podía entrar en su cabeza, era como si de alguna manera u otra me hubiera bloqueado por completo, pero pronto comprendí que era. Ella estaba dormida, era sonámbula.

Había llegado a mi mansión, con el camisón hecho mierda, tenía sangre seca en las piernas y pies, estaban mugrosos.

Habría atravesado la carretera. ¿Cómo lo habría hecho sin morir en el intento?

Por primera vez, se me había escapado y sentía vergüenza por ello, pero la pregunta era cómo me habría encontrado. Peor aún, qué hubiera pasado si moría. No quería ni pensarlo ni por ningún minuto contemplarlo. Dentro de mí, nacía un rugido tan solo con pensar en la idea y mantenerla en mi mente.

Ella estaba tumbada sobre mis brazos. La apreté contra mi pecho y la cargué como si fuese una bebé, pero ya no era él bebé que cuidaba hace ya tantísimos años. Esta era una adolescente autosuficiente, otra Laura.

Caminé hasta el comedor que ocupaba una mesa enorme de más de tres metros de largo de color caoba, las paredes que adornaban era blancas con guardillas negras. En el centro del techo colgaba una lámpara inmensa hecha de cristal con velas en cada lado. Las sillas tenían un forro rojo de terciopelo, la elegancia provenía de familia.

Me gustaba tener la mesa arreglada, a pesar que no probaba bocado humano. Los platos se ponían a las horas de las comidas humanas. Me gustaba recordar aquellas épocas, beber una copa de sangre mientras observaba los utensilios reposando en la gran mesa que me hacía recordar al castillo de donde crecí.

¿Debía de limpiar a Laura? Quizá ponerle otra ropa. Mmm..., no podría, esa mocosa necesitaba su privacidad y sería muy tentador hacerlo. La dejé a medio sentar en una de las sillas de la cabecera de la mesa, mientras que me desplazaba rápido hacia la cabecera de la derecha; quería darle su espacio y evitar que se despierte. Debía tomar una decisión

"William este es el momento que esperabas, no se resistirá, está sola. Puedes morderla y aun así no sentiría nada porque está en el reino de los sueños." Aunque me debatía entre esa idea no, no sería justo, ¿cómo podría? NO. Tendría que ser la última noche de Luna llena.¨

Realmente estaba indeciso, qué debía de hacer. Si tan solo hubiera algún determinante que me hiciera tomar la decisión con rapidez.

Sea como sea, mi desprecio hacia ella era ficticio. Yo la quería, y ya no podía negármelo a mí mismo. Esa cara tan inocente que yacía en esa silla me conmovía, quería tocarla y acariciarla despacio, pero no estaba en mi sangre y muchos menos en mis genes como criatura de la noche.

(Laura)

El fulgor del resplandor de la Luna azotaba el lado de mi rostro al ver por la ventana asegurándome que nadie estuviera vigilándome desde afuera de casa y así era. En algún momento me había quedado dormida sobre la blanca alfombra de mi habitación, estaba inmersa en la oscuridad, era difícil decir con exactitud a qué hora había caído bajo los brazos de Morfeo. Suponía que había sido mientras trataba de distraerme con la serie que le seguía el rastro desde hace años llamada "Castle".

Elegida para la eternidadWhere stories live. Discover now