Frosina se convierte en Elisa |XV|

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Rusia llevaba ya un mes en Ucrania. Varias veces le llamó su jefe en un intento de hacerle regresar más el país se seguía negando y el otro no podía reprenderle puesto que le debía un par de años en vacaciones y es que el de cabellera ceniza no se tomaba un descanso desde hacía ya mucho tiempo. Dado a eso el presidente tuvo que resignarse a solo enviar documentos los cuales Rusia prometió revisar y llenar diligentemente hasta que regresara a sus tierras. Por otro lado el maestro del Bolshoi también le regañó por su súbita desaparición. El hombre era un viejo amigo suyo así que se la dejo pasar pero tendría que reunirse con la tropa una vez regresaran a Europa. Eso le dejaba una semana más antes de tener que volver a la vida real.

Era una mañana soleada la de ese día de abril. El ruso se levantó al sonido de su despertador, con su cabello todo desgreñado se fue a la cocina a preparar el desayuno. Con los ojos entre serados atravesó la sala y terminó de despertarse gracias a un ''golpecito'' de la pata del sofá contra su dedo meñique. Fuerte fue la fuerza de voluntad que le ayudo a no gritar para despertar a su hermana. Con un grito interno prosiguió hacia su destinación final. Mas tardé pasó a levantar a la ucraniana la cual, como era costumbre le respondió con una pata la cual consiguió esquivar a fuerza de años de práctica. Ambos se sentaron a la mesa de forma relajada hablando sobre cualquier cosa, más ninguno se esperaba que la tan sagrada paz del lugar seria interrumpida por la más inesperada visita. Eran las nueve de la mañana cuando sonó el timbre.

- я иду - exclamó Rusia dirigiéndose hacia la puerta.

- Sei sicuro che fosse qui? Sì, abbiamo già provato due case. Deve essere qui! Per questo ho fatto tutto il fottuto viaggio? Perché diavolo devo venire se non lo conosco? Giustamente! Devi conoscerlo. - susurraban las voces del otro lado de la puerta en un idioma que Rusia hubiese jurado haber oído antes.

- Доброе утро - saludó abriendo la puerta para toparse con un par de caras conocidas.

- ¡Rusia! - saludó su amigo del mediterráneo con un gran abrazo - ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Qué paso con el chico que gustaba?

- Fratello... ¿Estás seguro de que deberías de comportarte así con él? - pregunto el mayor de los gemelos escondiéndose detrás de su hermano norteño.

- Moooo. ¡Lovino! No deverias de asustarte tanto. Rusia es como un oso. Es grande, fuerte y solo ataca si se ve atacado. ¿Ve, Rusia?

- Jumjum. No debes de temerme Italia del sur. No te aré nada. Te lo juro. - intentó de reconfortarlo el eslavo quien estaba algo incómodo dado al tremor que le demostraba el pequeño cobarde.

- Tsk. No es como que te tuviera miedo o algo - se incorporó el que previamente temía por su vida. Estaba incluso a punto de utilizar su técnica de escape secreta: ''Tengo familia aquí'', la cual consiste en hacer que el enemigo se apiade de su persona diciéndole que tenía familia de su misma nacionalidad. Aunque, ahora que se daba cuenta, eso no hubiese funcionado con Rusia, puesto que él sabía que su única familia eran otros países.

- Bueno eso está bien. Pero, pasen, pasen no se queden en la entrada. - invitó el más alto. Antes de avisar a su hermana - ¡Katyusha tenemos visita!

- Vamos, vamos Roma entra. - menciono en veneciano mostrando gran confianza en el anfitrión.

- Más te vale que no muera hoy o haré como en las leyendas asiáticas y me vengaré en mi próxima vida. O mejor. Me las arreglaré para que no tengas con qué pagarle a Caronte. No te preocupes le hablaré al abuelo de ti cuando nos encontremos en los Elíseos. - amenazó el sureño antes de penetrar en la morada del de cabellos plateados. Dejando atrás a su hermano al cual escalofríos le bajaban por la espalda al pensar que algo así pasaría.

Tansty with the snow King |RusAme|Where stories live. Discover now