Capitulo I

1.8K 249 66
                                    

Kim Taehyung abrió la puerta de su cabaña. Al contemplar la perfecta escena buscolica que tenía enfrente, suspiro. Las mañanas en la pequeña aldea de Villeneuve comenzaban siempre de la misma manera. Al menos, así había sido desde que Taehyung vivía ahí.

El sol se elevaría lentamente sobre el horizonte y sus rayos harían que los campos que rodeaban la aldea se volvieran más verdes, más dorados o más blancos, según la estación del año. Después, los rayos avanzarían hasta tocar las blancas paredes de la cabaña de Taehyung, que se encontraba justo en la orilla de poblado y, finalmente, iluminarían los tejados de paja en las casas y tiendas que conformaban la aldea. Para ese entonces, los aldeanos ya estarían activos, preparándose para iniciar el día.

En sus hogares, los hombres estarían sentados desayunando y las mujeres alistarían a los niños, mientras la avena terminaba de hervir. La aldea estaría silenciosa, como si continuara desperezándose.
De pronto, el reloj de la iglesia anunciaría las ocho.
Y así, como si nada, la aldea cobraría vida.
Taehyung había visto este proceso cientos de veces.
Sin embargo, como cada mañana, también esta mañana se sorprendió al dirigir la vista hacia el pequeño pueblo lleno de la misma gente que adoptaba las mismas rutinas diarias. Con los cálidos ojos cafés entrecerrados, suspiro ante la mundanidad que lo rodeaba. Frecuentemente se preguntaba cómo sería despertar de manera diferente.

Taehyung agitó su cabeza. No le hacía ningún bien preguntarse cosas, o desearlas. Esta era su vida ahora, la vida que había compartido con su papá desde que habían dejado París, hacia muchos años. Resultaba una pérdida de tiempo pensar en el pasado o en las posibilidades. Tenía cosas que hacer, mandados que terminar y —bajo la mirada hacia el libro que llevaba en mano— una nueva aventura que encontrar. Erguido, Taehyung cerró la puerta detrás de si y se dirigió al pueblo.

Que el y su padre habitaran en las afueras del pueblo y que fueran muy reservados no ayudaba.
Sin embargo, Taehyung sabía que estas dos cosas eran solo una parte del problema. La aldea, como muchas otras de la campiña francesa, estaba aislada. La mayoría de la gente que Taehyung encontraba en su camino había nacido ahí y pasaría el resto de su vida ahí. Para los aldeanos, su poblado era el mundo. Y los forastero eran tratados con cautela.
Taehyung no estaba seguro de que no lo tratarían como a un forastero incluso si hubiera nacido en la aldea. En realidad, no tenía mucho en común con muchos de los otros. Y, de ser completamente honesto, le gustaban más los libros que las personas.
Haciéndose camino por la calle, escuchaba como los demás aldeanos se saludaban entre ellos. Sintió una punzada de soledad en la familiaridad con que hablaban unos con otros. Para ellos, la rutina matutina era algo que disfrutar, un momento para socializar.
Taehyung llegó al puesto del panadero, donde el dulce aroma del pan recién horneado flotaba en el aire. Como siempre, el agobiado panadero sujetaba una charola de baguettes y farfullaba para sus adentros.

— Bonjour— dijo Taehyung. El hombre asintió distraídamente–. Una baguette... — Taehyung se asomó hacia la hilera de frascos llenos de dulce mermelada roja—. Y esto también, s'il vous plaît— agregó, tomando un frasco y metiéndolo en el morral de chandal. Después de pagar y de guardar su mercancía, siguió su camino para hacer el mandado siguiente.

Apunto de dar vuelta en la esquina, se detuvo. Jean, el viejo alfarero, estaba junto a su mula, con el rostro confundido.

— Buenos días, Tae.— dijo con su voz rasposa por la edad. Con una expresión de desconcierto, buscaba algo dentro de su carreta.

— Buenos días, monsieur Jean — respondió Taehyung —. ¿Se le perdió algo de nuevo?
El viejo asintió

— Creo que si. El problema es que no recuerdo que— contestó con tristeza. Enseguida se encogió en hombros.

El Bello y la Bestia ღ KookVWhere stories live. Discover now