Capítulo 6

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La bestia estaba cansada; cansada y perpleja. Todavía no sabía cómo había terminado con un hermoso joven de prisionero, mientras que su padre, el verdadero ladrón, se encontraba dentro del carruaje real, camino de vuelta a la comodidad de su hogar. Sacudió la cabeza. No, no tenía sentido.
«Pero, bueno...», pensó al abrir la puerta del castillo, «nada ha tenido sentido en mi vida desde hace mucho, mucho tiempo».
Al entrar en el vestíbulo, la Bestia casi se estrella contra Yoongi y Namjoon. El candelabro y el reloj lo habían estado esperando con ansia que regresara.

—Amo —comenzó Yoongi—, dado que el chico va a estar con nosotros por un buen tiempo...

—Y espero que «para siempre» haya sido una exageración —agregó Namjoon con una afectación tan seria y pulida como podría esperarse de un mayordomo—. No contamos con el personal para una visita larga...—Su voz se apagó cuando la Bestia giró para mirarlo con furia.
Sin inmutarse, Yoongi prosiguió con calma:

—Ya sea que esté aquí un día o una eternidad, tal ves prefiera ofrecerle una habitación más cómoda.

—Este castillo es una prisión —replicó la Bestia con dureza. Entre tanto, Chapeau, el perchero, trató de tomar la capa de la Bestia, quien lo apartó y siguió caminando hacia la gran escalinata. Hablando por encima del hombro, continuó—: ¿Que importa si tiene una cama o no? —Y, sin esperar a que respondieran, desapareció entre las sombras.

Namjoon espero a que su amo estuviera lejos para que no lo escuchara, e incluso entonces hablo bajo.

—Si, es una prisión gracias a usted, Su Majestad.«Me encanta ser un reloj». —Suspiro con amargura. Como el jefe del personal doméstico de la Bestia, Namjoon sabía que tenía que mantener una actitud de respeto a toda hora, pero a veces le resultaba muy difícil. Era difícil olvidar que la razón por la cual él y todo los miembros del personal se encontraban en el estado en que se encontraban era el amo al que servía—. ¡Sabía que diría que no!

—Bueno, técnicamente..., no dijo que no —puntualizó Yoongi. Le dedico una sonrisa a Namjoon y se dirigió a las escaleras que llevaban a la prisión real.

Atrás de él, Namjoon permaneció quieto. Sabía lo que Yoongi pretendía. El romántico lacayo era tan fácil de descifrar como un libro abierto. El candelabro quería liberar a el chico y ponerlo en algún lugar más... visible, todo con la esperanza de que él fuera quien rompiera la maldición bajo la cual todos se encontraban, la maldición que no se había roto durante todos esos largos años por una razón evidente: la Bestia era una Bestia, tanto literal como figuradamente. Y la maldición que la hechicera había lanzado sobre ellos requería, para romperse, que alguien lo amara a pesar de ese hecho.
Namjoon suspiro. Sabía que su amigo tenía buenas intenciones. Pero el reloj era realista. Sin importar en dónde recostará su cabeza, el chico no amaría a la Bestia. Y si Yoongi se salía con la suya, sacándolo de prisión, eso solo enfurecería al amo.
Namjoon trató de detenerlo pero ya era tarde Yoongi ya había abierto la celda.

—Disculpe mi intrusión, monsieur —pronunció en la oscuridad—, pero el amo me envió para escoltarlo a su habitación.

Taehyung estaba sentado en el suelo con las mejillas manchadas por las lágrimas. Al escuchar la voz de Yoongi se puso de pie.

—¿Mi habitación? —preguntó confundido—. Pero pensé que...

—Pensó mal —respondió Yoongi —. Es una bestia, no un monstruo.

Un momento después, Taehyung apareció en la puerta de la celda, traía un banco sobre su cabeza. Entonces, miró a su alrededor en busca del origen de la voz.

—Allô —dijo Yoongi.

Taehyung bajo la mirada y vio a Yoongi saludarlo con una de sus velas. Grito. Luego, como si fuera un ratón que lo había asustado en la alacena, Taehyung lo golpeó con el banco, tirándolo al suelo. Sus velas se extinguieron, por lo que quedó una plena oscuridad.
Una por una, las tres velas que conformaba el candelabro se encendieron de nuevo.

El Bello y la Bestia ღ KookVUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum