Capítulo 10

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—¡Escuchen! ¡Son lobos! ¡Debemos estar cerca del castillo embrujado!

Sentado atrás, en el carruaje de Park, Maurice espantó con su grito al cazador y a LeFou. Los tres hombres habían estado avanzando por el bosque durante un buen rato. El resto de la multitud regresó felizmente al calor de la taberna, después de que Park dejara claro que se dirigían al bosque. Si bien el lugar no era exactamente pintoresco, tampoco parecía tan amenazador como el salvaje relato que Maurice había hecho creer al héroe de guerra en la taberna.

—Maurice, ya fue suficiente... —dijo Bo gum volteando hacia el viejo. La marcha en carruaje había hecho que el de por sí despeinado cabello blanco del inventor se saliera más de control; además, sus ojos saltaban de un lado a otro mirando desesperadamente alrededor—. Tenemos que volver —agregó el cazador, sin siquiera estar seguro de que Maurice lo estuviera escuchando.
Pero sí lo escuchó, porque de inmediato negó con la cabeza.

—¡No! ¡Mira! —Maurice señaló algo al frente. Park volteó hacia donde apuntaba el viejo y vio un árbol ubicado a un lado del camino. Estaba seco y sus ramas se doblaban en ángulos extraños; el tronco parecía haberse pulido con el paso de los años.

—¡Ese es el árbol! —exclamó Maurice, al ver que Park titubeaba—. Estoy seguro. Claro, un rayo lo había tirado, pero pronto regresó a su posición vertical..., por arte de magia, quizá.
LeFou se inclinó para darle un golpecito en el hombro a Bo gum.

—¿De verdad quieres emparentar con esta familia? —le susurro mientras ponía los ojos en blanco.

Ya era suficiente. Había dejando que Maurice lo guiara hasta aquí con la intención de chantajearlo para que le diera la mano de Taehyung en matrimonio. Pero si no encontraban a Taehyung, ¿cuál era el punto?

—Ya estuvo bien de juegos —dijo Park de mala gana a la vez que detenía el carruaje. Saltó al suelo y se puso las manos en la cintura—. ¿Dónde está Taehyung?

—¡Se lo llevó la Bestia! —exclamó de nuevo Maurice.
Bo gum entrecerró los ojos. Estaba tratando de no perder la paciencia, pero el viejo se lo estaba haciendo difícil.

—Las bestias no existen, ni las tazas parlanchinas, ni...lo que sea. —Al hablar, subió más y más el tono, y sus manos comenzaron a apretarse y relajarse a sus costados—. Pero sí existen los lobos, el frío extremo y la muerte por hambre.

LeFou vio como su amigo se alteraba. Sabía que tenía que hacer algo.

—¡Dentente! —grito con frenesí, pero no sabía que decir. Cuando Park se enojaba, era difícil cambiarle el humor. LeFou lo había visto así solo unas cuantas veces...y le había costado mucho calmarlo. De repente, el hombrecillo supo exactamente qué hacer—. Piensa en cosas agradables —dijo con dulzura—. Acuérdate de la guerra: sangre, explosiones, más sangre. —Mientras LeFou hablaba, la ira se desvaneció de las mejillas de Park. Sus manos comenzaron a relajarse, y su cólera se difuminó al comenzar a perderse en las memorias de sus días de gloria.
Cuando el hombrecillo terminó de hablar, Bo gum había recuperado la cordura.

—Por favor, discúlpenme —dijo—. No debería hablarle así a mi futuro suegro, ¿o sí? —Sonrió al viejo. Pero Maurice se dio cuenta de que sus ojos no sonreían.
Tampoco pasó desapercibido el lado oscuro de Park.

—Capitán —dijo, dando un paso hacia atrás—, ahora que conocí tu verdadera personalidad, jamás te casarás con mi hijo.
LeFou trago saliva. «Si fuera tú, no diría eso», pensó. «Bogum podría tomarlo a mal. Y si eso sucede...»
Park tomó impulso y golpeó a Maurice con fuerza. El viejo cayó al suelo, inconsciente.
«...Podrías hacer que te golpee», concluyó su idea el hombrecillo.

El Bello y la Bestia ღ KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora