◌ IX

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|IX :pure talent.

Mae pasó la primera gran parte de la noche muy tensa debido a la paranoia de la posibilidad de que su padrastro se cuestionara por qué la muchacha había estado tanto tiempo en su habitación y al ir a fijarse, se encontrase con su ausencia. Eso le traería muchos problemas.

Dicha razón, más el hecho de que su atuendo estaba fuera de su zona de confort, le provocaba algo de incomodidad y tensión, que sentía la necesidad de quitarse con alcohol.

—¡Calma, chica! —le dijo Trevor cuando la vio bebiendo un dos chupitos de tequila rápidamente.

—No está haciendo su trabajo —justificó ella haciendo referencia a la bebida.

—¿Quieres destensarte y relajarte? —cuestionó.

—Sí.

—Tengo tu solución —dijo sonriente—. Espera aquí.

La muchacha hizo caso y permaneció sentada en la barra, observando a su alrededor y conversando con el bartender Alden cada vez que terminaba con un trago. En determinado momento, un hombre con barba y tatuajes en las manos se acercó al lugar que previamente Trevor ocupó y ella detuvo al hombre colocando su mano en el asiento.

—Está ocupado —explicó—. Lo siento.

—Me parece que quien estaba sentado aquí no va a volver dentro de poco, muñeca —dijo él.

La expresión de Mae cambió a una de asco y volvió a repetirle que estaba ocupado.

—Allí hay dos libres —indicó señalando dos asientos tres lugares lejos de ella.

Cuando el hombre fue a volver a replicar, una mano en su hombro lo detuvo. Él se dio vuelta hasta quedar frente a Trevor, quien todavía tenía su mano apoyada en su hombro.

—Gracias por respetar mi lugar, amigo —le dijo con perversa amabilidad.

El desconocido lo miró de reojo y luego a su amiga para retirarse lentamente a una banqueta desocupada.

—El truco es asumir que han hecho lo que quieres que hagan —explicó Trevor, haciendo referencia a la retirada del hombre—. Ahora, sólo para hacerlo enfadar, vámonos.

Mae entreabrió la boca y dirigió la mirada al sujeto, quien bebía de una jarra con el ceño fruncido y rio ante el plan de Trevor.

Ambos se escabulleron entre la multitud hasta llegar al baño unisex, donde Trevor golpeó en cada uno de los cuatro cubículos para verificar que alguno esté vacío. Se dirigió al último y entró en él.

La muchacha se quedó afuera, para darle su privacidad, pero su amigo le sostuvo la puerta, esperándola.

—Vamos, chica —insistió y Mae ingresó al cubículo antes de que él cerrase la puerta—. Por un momento creí que tenía que recordarte que, desgraciadamente, soy gay.

—¿Y a qué se debe todo este misterio? —cuestionó con tono travieso luego de reír ante su comentario.

—Hierbas medicinales... —respondió sonriendo—. Pero para fumar.

Entonces, bajó la tapa del inodoro y se arrodilló a un lado, utilizándolo de mesa. Sacó la carcasa de su teléfono, sacando varias hojillas que guardaba allí y dejándolas a un lado. Luego, extrajo una pequeña lata y Mae vio cómo colocaba lo que había en su interior sobre la carcasa del móvil.

Con una pequeña tijera —que hizo a la chica preguntarse cómo es que traía una encima—, el muchacho comenzó a triturar cogollos de marihuana que sacó de una bolsa transparente. Mae alzó las cejas al comprender todo el misterio, pero no dijo nada al respecto mientras el olor de las flores comenzaba a sentirse. A continuación, sacó una caja de cigarrillos y con la tijera recortó una ancha línea, que la moldeó como un pequeño tubo, donde en el extremo se veía la forma de una M en medio de un círculo, para que actuase como filtro.

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⏰ Last updated: Oct 18, 2020 ⏰

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