Trois

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Louis está destrozado, físicamente hablando.

Acaba de llegar a su departamento después de las 15 horas de trabajo continuo más largas que ha tenido jamás, y se siente como una especie de esclavo que de pronto ha conocido la libertad.

Es su culpa, por supuesto, tiene estos tres empleos que van uno tras otro y que por pura suerte ninguno de los horarios se cruzan. Cuando estaba en el instituto sólo tenía uno, en un bonito restaurante/cafetería que queda cerca de su edificio.

Ahora que ha terminado y que debe ahorrar para una universidad de la cual no tiene idea alguna porque ya han pasado dos meses desde que mandó su solicitud para una beca y hasta el sol de hoy no le han notificado nada; le ha parecido buena idea conseguir dinero extra. Por lo que ahora tiene este empleo en un centro comercial bastante transitado por la cantidad de tiendas que tiene.

Se quita los zapatos en la entrada, sus pies quedan descalzos y libres, los siente tan adoloridos que no sabe cómo logra llegar a la habitación. Se desenvuelve la bufanda que ha estado usando todo el día porque ha sentido un poco de frío y decide recostarse en la cama unos minutos para, si tiene mucha suerte, recuperar algo de sus fuerzas.

Lo que quiere es desnudarse y quedarse dormido entre aquellas sábanas que ha puesto esa misma mañana y que huelen delicioso, y no hacer más nada por un par de días, pero entonces es plenamente consciente de que debe ponerse en marcha para arreglarse e ir a su otro trabajo.

Suspira, tal vez es mucho para él. A veces piensa en renunciar pero no puede permitirse algo como eso, y ahora no lo entiende porque antes podía hacer muchas de esas cosas y más cuando él y Zayn estaban juntos, y ahora, bueno, ahora apenas puede levantar los pies al caminar para no arrastrarlos, casi.

Louis quiere, intenta no pensar que tiene la culpa de su malestar, que solo se trata de una pequeñísima fase que quedará en el olvido, en lo más recóndito, que aquel alfa de piel oscura y sonrisa deslumbrante no se llevó todo de él al cruzar la puerta. De verdad que no quiere pensar en eso, pero todo le apunta a esa solitaria y mísera conclusión, y entonces cree que se va a volver loco.

Por suerte se va quedando dormido con lentitud, el cansancio le puede tantísimo y tamborilea con la punta de los dedos las sábanas para mantenerse consciente. Cuando siente que ya no puede, se pone de pie, se estruja los ojos con las manos y camina hacia su casi diminuta cocina.

Necesita un café, y lavar los platos del desayuno que tiene en el fregadero antes de que eso se vuelva una asquerosidad y una mala costumbre.

Hace primero una cosa, pone el café a colar y diligente como él solo se encarga de los trastes, que en realidad no resultan ser muchos y él solo va exagerando. Se empieza a despabilar y decide hacer el lavado más rápido, pero entonces se encuentra con la taza que le había regalado a Zayn para que la usara las veces en que se quedaba hasta el siguiente día.

Louis la mira, la toma entre sus delgados dedos y recuerda tan, pero tan claro como ellos solían sentarse en aquella mesa estrecha, y le subía los pies al regazo mientras tomaban una taza de café y hasta de vez en cuando la acompañaban con pan o galletas.

Acaricia la pegatina que tiene el cristal y sabe que tiene una mueca en los labios.

Siente un tirón en el pecho y un lloriqueo que ni siquiera es de su parte se le escapa de la garganta de repente. Se obliga a dejar la taza a un lado, a no mirarla por más tiempo de lo que merece y a no pensar en Zayn utilizándola mientras sonríe y le mira con aquellos ojos oscuros y llenos de cariño.

El sonido del café burbujeando le interrumpe y suspira aliviado, agradecido de la cafetera. La apaga para que no hierva, y en silencio pulcro se prepara la taza con dos cucharadas pequeñas de azúcar y se sirve.

Lo deja en la mesada, termina con el lavado de los platos y se apoya aún callado, con la mente en blanco y muy pocas ganas de salir de la casa, piensa en la posibilidad de mentir acerca de alguna enfermedad y faltar al trabajo. De hecho, es justo lo que hace, da un corto viaje hacia la habitación, busca su móvil y le envía un mensaje al gerente del local, diciéndole que se ha indigestado y que el vómito y dolor en el estómago no le permitirán asistir.

Se muerde los labios, se llama a sí mismo de alguna manera despectiva y le llega una respuesta casi inmediata. Suspira cuando le permiten quedarse en casa, que de todas formas cerrarán la tienda por ese día para hacer algunas remodelaciones inesperadas que al dueño se le ha dado la gana.

A Louis no puede importarle menos, deja el teléfono a un lado y bebe café.

Se vuelve a recostar de la mesada y siente que sus hombros están ligeros, no se había dado cuenta de cuánto estrés le provoca el trabajar tanto hasta ahora. Desde allí puede ver a la entrada en un vistazo casual, pero frunce el ceño ligeramente cuando ve que algo delgado parecido a una hoja de papel es deslizado por la pequeña abertura de la puerta que sirve para el correo.

Deja la taza, su móvil empieza a sonar, pero no le presta atención. Camina hasta la entrada y se agacha, es una carta, la tiene en las manos y la abre tan rápido cuando ve el remitente, que es nada más y nada menos que de la universidad de Londres.

El corazón le late en el pecho y sus ojos se deslizan en las palabras claves.

"Señor Tomlinson"

"Felicitaciones"

"Aceptado"

"Facultad de medicina"

"Beca completa aceptada"

A Louis se le abre la boca, y grita.

—¡Sí! ¡Joder, sí, sí!

Le burbujea la boca del estómago y piensa que es la primera alegría que recibe en mucho tiempo. Vuelve a gritar, da pequeños saltos en su sitio y se ríe, en voz alta, alucinando y sintiéndose realmente contento. Regresa a la cocina y busca su teléfono para llamar a Niall, se da cuenta de que era él quien llamaba hace un rato y le devuelve. El tono de la línea resuena en sus oídos y cuando su amigo contesta Louis empieza a hablar rápido y muy alto.

—¡Me aceptaron!— Exclama sin demora. —¡Niall me ha aceptado! ¡Iré a la universidad! ¡Joder!

—¿Qué? ¡Eso es asombroso! ¡Woho! ¡sabía que lo lograrías! ¡Sí!— Celebra con el mismo entusiasmo que el omega. —Espera, ¿a la de Cheshire?

—No, a la de Londres.

—Pensé que querías ir a la otra.

Se encoge de hombros asintiendo vagamente.

—Lo sé, pero hace tiempo que mandé esa solicitud y nada, no me aceptaron. Además, en la de Londres también hay buenas oportunidades y, yo solo quiero irme de aquí, Niall.

—Tienes razón. ¡Has sido aceptado, no puedo creerlo!

Alguien se ríe, ninguno de los dos está seguro de cual, pero el regocijo baila en sus labios y están contentos.

—Tenemos que ir a celebrar— Dice Louis

—Por supuesto que sí. Pero espera, ¿no tienes trabajo?

—No, fingí indigestión y están haciendo unas remodelaciones. No lo sé. Vayamos a algún bar y quedemos inconscientes.

—Esa es una gran idea. ¡Oh! Llamaré a Liam, pasaremos por ti en 20 minutos.

Quedan de acuerdo y entonces Louis cuelga, y se emociona un poco más que hace unos minutos. Vuelve a leer la carta, una y otra vez, y no puede evitar sentirse orgulloso, contento consigo mismo, y piensa que es lo mejor que le está sucediendo en esos tiempos de cólera, porque podrá irse de allí y tener una nueva vida, olvidar todo lo que ha pasado.

Empieza a soltar feromonas, no es su intención, la alegría le puede y tiene que respirar profundo porque la cocina empieza a llenarse de su propio olor y aunque no le molesta, cree que debe relajarse. Se le hace imposible y termina chillando mientras da un pequeño bailecito.

Y mientras lo hace Louis piensa que puede empezar de cero y que nadie va a detenerlo.

Bite ✦ omegaverse [ls] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora