Dix-neuf

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Harry llama a Louis cerca de las once de la noche con todas las emociones positivas posibles, hablando sobre que tiene nuevas recetas y que necesita que cierto omega vaya a probarlas porque una opinión secundaria es realmente importante para él.

Louis ha sonreído y también ha mirado con cierta preocupación el montón de libros y libretas que tiene esparcidos en su mesa porque hace unos minutos, justo antes de que el alfa le llamara estaba ocupado haciendo tareas. Se muerde los labios dejando escapar un tarareo.

—¿Vas a venir, mi amor?— Le pregunta Harry en un tono demasiado bonito.

Y Louis quiere casi regañarlo, porque en algún instante se ha dado cuenta de que cuando usa ese ridículo apodo, él simplemente se derrite entre sus manos, sus brazos, entre su boca y su cuerpo hasta que no queda nada más de él.

No lo considera justo, más bien lo cree un chantaje de los puros y sinceramente le fascina, por eso aún no se ha quejado de ello y permite que le llame de esa manera todas y cada una de las veces que quiera, porque simplemente hace que su corazón lata en su pecho y en sus oídos se escuche un corazón ajeno.

—Estoy allá en quince minutos.

Y es todo lo que necesita, un poco de tiempo para ponerse unos pantalones decentes porque los de pijama no son adecuados y una camiseta con mangas largas porque la noche es fría, pero no lo suficiente para necesitar un abrigo severo. Consigue su mochila del suelo junto a la silla en donde una vez estuvo sentado, y guarda todos los libros que contienen los ejercicios que aún no ha terminado. Son unas tres en total y busca la hora en su teléfono para poder calcular cuánto tiempo tendrá en la mañana del día siguiente para completarlas.

Sus clases empiezan a las tres, así que tiene tiempo de sobra, aunque se recuerda que no debe desperdiciarlo ni dejar nada para el último instante.

Se cuelga el bolso en la espalda, toma sus llaves, su móvil, apaga las luces dejando solamente la de la cocina encendida y sale de su casa. Una suave brisa le roza la cara y con la mirada busca un taxi porque la estación de trenes no debe de estar abierta a esas horas.

Consigue un coche, lo detiene, se monta y saluda al conductor dándole de inmediato la dirección de Harry y pidiéndole que vaya con un poco de prisa. El señor, un beta con un bigote espantoso y un aroma casi rancio, pero con una voz encantadora que a Louis le resulta interesante, hace lo que ha pedido y lo lleva a la velocidad justa como para que Louis esté en casa de Harry en menos de catorce minutos, trece justos.

Louis agradece y le paga diciéndole que puede quedarse con el cambio. El conductor le sonríe, le desea una buena noche y se marcha. Louis respira, se pasa una mano por el cabello corto y se gira para ver el local de Harry, quien aparece de inmediato abriéndole la puerta de cristal una vez que ha subido la de acero.

Louis salta a sus brazos sin razón aparente y esconde el rostro justo en donde su fuente de aroma se encuentra. Inhala profundamente, porque sólo ahora que lo tiene enfrente se da cuenta de que lo ha echado de menos un poco más que de costumbre y sinceramente y muy en el fondo estuvo rogando por no dormir solo aquella noche.

El cielo le ha hecho este enorme favor y Louis no sabe cómo devolverlo.

—Hola, precioso— Saluda Harry contra su hombro. Louis se aprieta un poco más contra él. —Ven, vamos a entrar.

Se queja un segundo diminuto, de manera inaudible, pero eventualmente se aparta de Harry para que puedan ingresar a la pastelería y Harry consiga cerrar. Louis frunce un poco los labios observándolo y cuando todo está listo se coloca a su lado para que le rodee la cintura con el brazo.

—Hola— Le saluda en un murmullo.

Harry le sonríe de la manera más encantadora posible.

—Hola. ¿Esa mochila para qué es?

Bite ✦ omegaverse [ls] | ✓Where stories live. Discover now