Sept

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Louis camina con cuidado por las calles de Londres, sostiene su teléfono contra la oreja con una mano y con la otra va agarrando su sombrilla que al final no le protege tanto como le gustaría de la fuerte lluvia de aquel día. Hay mucho viento, lo que hace que la mayor parte de sus pantalones estén un poco empapados y que sus zapatos sean un pequeño desastre.

Va hablando con Niall desde hace un rato, le ha estado contando cómo han sido sus primeras semanas en Londres, en la universidad, que le han estado dando materias básicas y que han sido realmente sencillas porque es algo que había aprendido en la escuela. Yle dice que hay un mal tiempo, aunque no por eso va a dejar de ir a la pastelería cercana que ha descubierto hace dos días.

Es un lugar agradable y no muy grande. Louis aún no ha tenido la oportunidad de entrar porque las veces que ha pasado por ahí ha andado demasiado rápido como para echar un vistazo, pero ahora tiene tiempo de más y unas ganas inmensas de comer algún pastelillo de esos.

—Tienen muy buena reputación— Es lo que dice Louis cuando cruza la puerta de la tienda.

Le echa un vistazo rápido al local y se da cuenta de que tiene que hacer una pequeña fila para poder ser atendido.

—Oh, eso me recuerda que Josh se metió en clases de cocina— Comenta Niall de repente.

Louis alza las cejas mientras cierra su paraguas y lo sostiene a un lado teniendo cuidado de no mojar a nadie.

—¿En serio? ¿Y qué tal?

—Pues, las comidas saladas le quedan bastante bien, pero estuvo intentando hacer un postre para mí y, bueno, si los hiciera para una fundación en contra del diabetes habría mucha gente enfadada.

La risa de Louis no resuena en el lugar, pero aun así algunas personas se voltean a mirarlo y de repente se siente demasiado avergonzado como para ver a cualquier lado. Avanza en la fila y se aclara la garganta.

—¿Tan malo estaba?

—Demasiado dulce más bien. Te picaba la garganta de solo olerlo, no pudimos comerlo.

Louis se muerde los labios y cuando se da cuenta ya es su turno para ordenar.

—Niall, dame un minuto.

—Claro.

Baja el móvil y entonces mira al alfa de la caja, que lleva el pelo rizado y quizás un poco largo, que tiene pequeñas manchas de harina en la mejilla y un muy, muy sucio delantal color lila, y él también lo ve, y ahora ambos se han quedado mirándose como si no hubiesen clientes detrás ni ninguna orden que tomar, como si Niall no estuviera en el teléfono aguardando por Louis o como si a él no se le estuvieran agotando los minutos para poder ir a casa en el tren que suele tomar.

Pero por supuesto, ninguna de esas cosas parecen ser realmente importantes porque por un segundo, un diminuto instante, Louis siente el latir de un corazón que no es suyo.

Lo ignora, se aclara la garganta.

—Hola— Saluda.

El chico parpadea y asiente.

—Bienvenido a El dulce tulipán, ¿qué desea ordenar?

Louis respira y no sabe si realmente es una buena idea porque los pulmones se le llenan de caramelo, de vainilla, de algo que duda que le pertenezca a los dulces de aquella repostería y entonces llega a la conclusión de que así es como huele el chico de la caja.

A Louis se le seca la boca y tiene que tararear para asegurarse de que todavía tiene la voz y no se le ha ido al igual que el aliento.

—Eh, me gustarían dos magdalenas de arándano y un jugo de naranja en botella, por favor.

—¿Para comer aquí o para llevar?

—Llevar.

El chico asiente, sonríe, lo mira con aquellos ojos verdes y Louis tiene que apartar la vista porque quizás se siente demasiado abrumado en esos momentos. Se da cuenta de que tiene el teléfono en la mano y recuerda de pronto a Niall, así que aprovecha que el alfa se ha ido a buscar la orden para hablarle.

—¿Niall?

—Aquí. ¿Por qué tardaste tanto?

—Estoy en la pastelería ¿recuerdas? Acabo de ordenar.

—¿Ya vas a tomar el tren?

—No, estoy esperando a que me entreguen las magdalenas e irme.

—Cuando vengas de visita no dejes que Josh te haga magdalenas. Cielos, ¿cómo voy a decirle que los postres no son lo suyo?

Louis quiere reírse, pero el chico de la caja regresa con una bonita bolsa. Le cobra y al momento en que Louis le pasa el dinero sus dedos se tocan y vuelve a sentir otro latir.

—Gracias por su compra, que tenga un maravilloso día.

Louis asiente.

—Gracias, adiós.

Se coloca el móvil en la oreja regresando con Niall y sale del local abriendo la sombrilla porque aún no ha dejado de llover. Escucha a su amigo hablar, pero puede que esté un poco ocupado mirando hacia atrás para poder ver una vez más a aquel alfa de ojos verdes a través de las paredes de cristal.

Louis ruega por no perder el tren.

Bite ✦ omegaverse [ls] | ✓Where stories live. Discover now