Sociedad Psicoanalítica

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Una tarde, por fin lo vi por la calle

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Una tarde, por fin lo vi por la calle. Caminaba por la otra vereda, en forma resuelta, como quien tiene que llegar a un lugar definido a una hora definida.

Lo reconocí inmediatamente, pude reconocerlo en medio de una multitud, sentí una indescriptible emoción. Pensé tanto en él, durante esos meses, imaginé tantas cosas, que al verlo, no supe qué hacer. La verdad es que muchas veces había pensado y planeado minuciosamente mi actitud en caso de encontrarlo.

Creo haber dicho que soy muy tímido; por eso había pensado y repensado un probable encuentro y la forma de aprovecharlo.

La dificultad mayor con que siempre tropezaba en esos encuentros imaginarios era la forma de entrar en conversación. Conozco a muchas personas que no tienen dificultad en establecer conversación con alguien desconocido. Confieso que en un tiempo les tuve mucha envidia, pues, en dos o tres oportunidades lamenté no poder comunicarme con alguien, en esos pocos casos en que parece imposible resignarse a la idea de que será para siempre ajena a nuestra vida.

Desgraciadamente, estuve condenado a permanecer ajeno a la vida de cualquier mujer u hombre.

En esos encuentros imaginarios había analizado diferentes posibilidades. Conozco mi naturaleza y sé que las situaciones imprevistas y repentinas me hacen perder todo sentido, a fuerza de atolondramiento y de timidez. Había preparado, pues, algunas variantes que eran lógicas o por lo menos posibles.

El muchacho, por lo visto, solía ir a salones de pintura. En caso de encontrarlo en uno, me pondría a su lado y no resultaría demasiado complicado entrar en conversación a propósito de algunos de los cuadros expuestos.

Después de examinar en detalle esta posibilidad, la abandoné.

Yo nunca iba a salones de pintura. Puede parecer muy extraña esta actitud en alguien que le gusta pintar, pero en
realidad tiene explicación y tengo la certeza de que si me decidiese a darla todo el mundo me daría la razón. Bueno, quizá exagero al decir "todo el mundo". No, seguramente exagero. La experiencia me ha demostrado que lo que a mí me parece claro y evidente casi nunca lo es para el resto de mis semejantes.

Estoy tan quemado que ahora vacilo mil veces antes de ponerme a justificar o a explicar una actitud mía y, casi siempre, termino por encerrarme en mí mismo y no abrir la boca.

Esa ha sido justamente la causa de que no me haya decidido hasta hoy a hacer el relato de mis crimenes. Tampoco sé, en este momento, si valdrá la pena que explique en detalle este rasgo mío referente a los salones, pero temo que, si no lo explico, crean que es una mera manía, cuando en verdad obedece a razones muy profundas.

Realmente, en este caso hay más de una razón. Diré antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las cofradías, los gremios y en general esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos, la
repetición del tipo, la jerga, la vanidad de creerse superiores al resto.

Hair Band /HyunMinOù les histoires vivent. Découvrez maintenant