Capítulo 30

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A solo un día de su coronación los dioses encargados de la decoración iban de un lado a otro, en especial las diosas florales que no decidían con que flores decorar el gran salón.

Un gran manantial había surgido en una de las esquinas del salón, se lo atribuía a Jimin dios del agua, en cuanto a Hoseok les había otorgado una suave brisa que bañaba todo el salón.

Los otros dioses paseaban con sedas de la mejor calidad, observó a Soobin un poco enredado en ellas.

—Soobin. ¿Te encuentras bien?— el pobre Soobin refunfuñaba con las sedas, las cuales no se habían entrelazado bien.

—Majestad, todo está en orden.

—Eso no es lo que aparentas— Taehyung se le burló al ver que había hecho un nudo el cual no podía deshacerlo—Creo que necesitas ayuda.

Una ayuda que no pudo completarse porque al igual que Soobin estaba enredado entre toda esa seda. Lo peor de todo es que nadie más pasaba por ahí, trataron de poder ser libres pero mientras se movían más se enredaban, ni con  sus poderes podían librarse de unas simples sedas insignificantes.

Nadie ni un alma había ingresado al salón.

Después de unos veinte minutos la persona que menos esperaron estaba frente a ellos.

El rey.

El todopoderoso del reino inmortal estaba apretando sus labios para evitar burlarse de sus pequeños dioses. Demasiado poderosos pero no lo suficiente para evitar enredarse por una suave seda tan inofensiva.

—Padre, no te burles, por favor— su padre no evitó más y estalló en carcajadas, veía como estaban envueltos en esos kilómetros de seda. Su risa fue contagiosa porque luego tanto Soobin como Taehyung reían, además que no entendían cómo es que habían llegado a ese punto.

—Mis pequeños dioses, nunca imaginé que una seda pudiera vencerlos tan fácil.

—Quise ayudar a Soobin y terminé enredado también— su ceño fruncido, sus brazos cruzados y un pequeño puchero fue suficiente para derretir el corazón del rey.

Su hijo siempre había sido su única debilidad, por el incluso daría su vida.

—Mi pequeño príncipe— el orgullo rebosando de su corazón, su Tae había logrado eso por lo que fue enviado al mundo mortal, el cambio había sido notorio.

Lo único que faltaba es que Taehyung lo aceptara y se lo dijera para concluir ese pequeño viaje de Taehyung con los humanos.

—Padre, tengo trescientos años— se quejó, siendo más tierno a los ojos de su padre— No soy pequeño.

Por supuesto que ya no era su pequeño niño que extrañaba a su mamá y le costaba aceptarlo, Taehyung era un adulto, un príncipe a punto de tomar el trono.

Le dolía saber que Taehyung ascendería al trono solo, sin nadie a su lado para reinar.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado y un rey ya no necesitaba a alguien para poder seguir en el trono.

Claro que le hubiera gustado ver acompañado a Taehyung, ahora eso se veía tan lejano.

Su destino de una u otra manera estaba trazado.

—Seguiras siendo mi pequeño hasta el fin de los días.

Taehyung amaba a su padre pero esas muestras de cariño siempre lo hacían sentir vergüenza, ahora era diferente. Porque eso no era nada malo, eran solo los sentimientos tomando forma de palabras que dejaban ver el amor de un padre a un hijo.

DIOS DE LA NOCHE | Taekook | ✔Where stories live. Discover now