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Caliel observaba a Elisa absorta en su lectura, había pasado un buen tiempo desde la última vez que había tenido aquella pesadilla y al contrario de lo que él creyó, en vez de incrementarse, los malos sueños cesaron. Sin embargo notaba a Elisa bastante distraída, mucho más de lo que normalmente era, además tenía la extraña sensación de que en muchas ocasiones había buscado intencionalmente evadirlo. Había intentado —sin éxito— sacarle más información sobre aquella pesadilla, sin embargo la chica no llegó a decir más de lo que ya le había comentado ese día.

Lo que Caliel no sabía era que durante esas semanas Elisa había tenido más de esos sueños en las que ella y él compartían cuestiones algo más terrenales y a pesar de que disfrutaba de ellos, la chica temía que el ángel pudiera deducir lo que estaba sucediendo en su onírico mundo con solo mirarla.

Por otro lado, el mundo parecía haberse zambullido en un mar de calamidades. Ya casi no habían noticias positivas, los desastres naturales castigaban sin piedad, el mar estaba embravecido y azotaba las costas llevándose todo a su paso, la tierra temblaba, los diluvios hundían ciudades, en algunos países el frío era extremo mientras en otras partes del mundo la gente moría de calor. Las enfermedades y las pestes también se cobraban muchas vidas.

La desesperación empezaba a anidarse en el alma de las personas y las llevaba a hacer cosas horribles. Había aumentado en grandes proporciones las tasas de suicidio, así como los robos y asesinatos. Ya no era seguro andar por las calles en casi ningún lugar del planeta.

Elisa bajó el libro cuando oyó un informe especial en la televisión. Siempre tenía el aparato encendido porque todavía le parecía increíble todo lo que estaba sucediendo y sobre todo la velocidad con la que estaban pasando las cosas y, aunque le dolía la realidad, a ella le gustaba estar informada.

Alerta de tsunami en Japón, más terremotos en Chile, personas atacando y saqueando el Vaticano, atentados terroristas en Estados Unidos, muertes de niños inocentes en las guerras de Oriente, gente matando a gente por diferentes credos. Caliel la observó atento mientras ella oía las noticias y luego la vio mirar el reloj de pulsera que traía.

—No llevo ni quince minutos atendiendo las noticias y ya me estoy desesperando. ¿Es normal que suceda todo esto en tan poco tiempo? —inquirió.

Caliel pensaba qué debía responder pero entonces el hombre de la televisión empezó a hablar.

—Como todos sabrán a raíz del caos que se está viviendo de forma tan vertiginosa en todo el mundo, hemos invitados a unos cuantos videntes para que nos den su opinión de lo que está sucediendo en el mundo.

—Bueno... creo que...

—¡Shh! —. Caliel iba a responderle su pregunta pero ella la hizo callar señalándole el aparato.

—A principios de este año ya había advertido que este año la tierra se enojaría y comenzaría a temblar en varias regiones del planeta —explicaba una mujer ataviada con ropas de muchos colores y un turbante igual de llamativo que envolvía por completo su cabeza cubriendo sus cabellos.

El periodista le hizo unas cuantas preguntas a las cuales contestó y luego el hombre pasó a los dos siguientes personajes. Uno era un cacique de una tribu indígena que habló sobre las predicciones que sus antepasados habían hecho hacía muchos años atrás sobre que el mundo llegaría muy pronto a su fin, mostró unos jeroglíficos o gráficos que —según él iba narrando— explicaban lo que sucedería al final. Hablaba de guerras, hambre, pestes y muerte... El tercer personaje era un hombre que echaba las cartas y allí en cámara dijo que al mundo no le quedaban más que unos quince días y que luego un meteorito muy grande chocaría contra la tierra y todos terminaríamos como los dinosaurios. Elisa se llevó la mano a la boca en un gesto de susto.

Sueños de CristalWhere stories live. Discover now