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Fang Qi preguntó vacilante: —¿Qué piensas de Wen Bai?

Wen Qing asintió con la cabeza. —Que está muy bien.

—Entonces tú...—. Wen Qing negó con su cabeza antes de que Fang Qi terminara de hablar.

—¿En serio aún estás con Yan Han?—. El tono de Fang Qi estaba lleno de asombro al tener este pensamiento.

Wen Qing le sonrió con empatía y no le respondió a la pregunta, sino que cambió el tema de nuevo a Wen Bai. —Wen Bai todavía es un niño, sus sentimientos vienen y se van rápidamente. Se olvidará de eso después de un tiempo si me mantengo a una distancia considerable de él.

Fang Qi miró a Wen Qing con un tono de exasperación por su incapacidad de cumplir con sus expectativas. —¿Un niño?—. Fang Qi se rio fríamente. —Ni siquiera eras tan maduro como Wen Bai cuando te uniste con Yan Han en ese entonces, ¿sigues empeñado en quedarte con ese cabrón?

Wen Qing le quiso replicar, pero al final no logró decirle nada y simplemente se tocó la punta de su nariz con torpeza.

—Eso es lo que dije—. Fang Qi encendió un cigarrillo: —Las personas suelen ser más tercas cuando aún no son maduras.

Wen Qing no vio la expresión de Fang Qi claramente a través de aquella cortina de humo.

Después de un momento de silencio, Fang Qi se burló de nuevo: —Simplemente no traigas esta terquedad hasta tu ataúd.

Wen Qing le sonrió: —No necesito un asistente. Deberías considerar la posibilidad de que alguien más le enseñe a Wen Bai sobre el trabajo.

Él se puso de pie y se fue tan pronto como terminó de hablar.

Fang Qi continuó sentado allí y fumando. Él era tan firme como una roca, como un monumento que tenía un significado conmemorativo.

Wen Qing no pudo evitar reír con frialdad. Ya nadie era joven, sería gracioso si todavía hablaran de cómo la terquedad de la juventud puede llegar a durar toda la vida.

"Personas. ¿No son simplemente las que abandonan lo viejo por lo nuevo?".

Regresó a su oficina y vio a Wen Bai sentado dentro tan pronto como abrió la puerta.

Wen Qing estaba un poco sorprendido e irritado. Pensó que ya todo se había aclarado lo suficiente con su reciente actitud.

—¿Algo pasa?

—Me has estado evitando últimamente.

Wen Qing ni siquiera lo miró. —Si lo sabes, ¿por qué vienes a buscarme?

—Entonces, si no vengo a buscarte, ¿eso significa que no me evitarás más?

Wen Qing se aflojó la corbata. —El resultado será el mismo sin importar lo que hagas. No tiene sentido.

Wen Bai extendió su mano, agarró a Wen Qing por la barbilla y lo obligó a levantar la cabeza para mirarlo.

Observando las cejas fruncidas de Wen Qing, Wen Bai dijo: —No es inútil, ya que al menos me miraste de nuevo.

Realmente no era una buena sensación ser tratado así por alguien que era solo un niño ante sus ojos. Wen Qing apartó la mano de Wen Bai.

—Dime qué es lo que quieres—. Los niños suelen calmarse si les das lo que quieren.

—Quiéreme. Quédate conmigo.





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Contemplando las escenas de infidelidad [BL]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu