Capítulo 12

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Vale, eran las tres de la mañana, sé que no era muy razonable hacer esto a estas horas, pero que conste que la culpa es absolutamente suya.

Cuando llegué a casa sobre la una, me encontré con que mis padres habían ido urgentemente al hospital ya que un amigo había sufrido un infarto. Me acosté tranquilamente cuando sus palabras vinieron a mi cabeza: "A TI DE LA MUÑECA QUE VA A VENIR A BUSCARTE ARRASTRÁNDOSE SIN PIERNAS Y CON UN CUCHILLO EN LA BOCA NO TE SALVA NADIE."

Sobra decir que me faltó tiempo para encender la luz de mi habitación y taparme hasta la frente, pero después de casi dos horas sin conciliar el sueño y mirando paranóicamente a la puerta decidí ir a buscar a la culpable de mis desvelo.

Y así, queridos amigos, es como me encontré frente a su casa, a las tres de la mañana. Con mi ya famosa escalera, la cual también pensé que me serviría de defensa si alguien intentaba agredirme...

Para mi sorpresa, y suerte, esta vez la persiana no estaba echada, por lo que pude entrar como si fuera una ladrona. Desgraciadamente no era tan sigilosa.

Una p*** chincheta se me clavo en la suela de las zapatillas nada más entrar, me sujete el pie como acto reflejo y perdí el equilibrio para acabar cayendo al suelo, no sin antes llevarme por delante un libro que pesaba como toda la saga de Harry Potter junta.

-ALTO. -la luz se encendió y Lauren me apuntaba desde arriba con una "peligrosa" percha.

-Dios mío, la percha no, por favor, clávame un puñal si quieres, pero la percha no. -fingí cara de terror.

-¿Sabes el susto que me has dado, Camila? -se llevó la mano a su corazón.

-Lo siento. -me puse en pie. -PERO TODO ES CULPA TUYA. -me tapé la boca recordando que seguramente no estaríamos solas.

-Tranquila, son como muertos. Y dime, ¿mi culpa por qué?

-La muñeca...

-No... puffAJAJAJA, ¿DE VERDAD?

-¿Me ponen de los nervios, vale? Y mis padres no están en casa...

-Bueno, como es mi culpa tendré que cargar con la responsabilidad dijo inclinando su cabeza hacia la cama, en señal de que me metiese.

-¿Ju... juntas? -pregunté muy nerviosa.

-Si quieres dormir en el suelo y que salga de debajo de la ca...

Antes de que terminara la frase ya me había quitado el calzado y estaba cómodamente bajo las sábanas. Ella soltó una risita apenas audible. El silencio que se produjo a continuación no era en absoluto incómodo, no como duermes con alguien con el cual aún no tienes demasiada confianza e incluso te avergüenza que oiga tu respiración en mitad del silencio de la noche. 

-¿Qué libro lees? 

-¿Qué?

-El libro que he tirado al entrar, ¿cuál era?

-La metamorfosis, de Franz Kafka.

-Me gusta, tiene un significado oculto realmente profundo.

-¿Lo has leído?¿Te gusta leer? -se apoyó sobre uno de sus codos para mirarme.

-Sí y sí. Amo la poesía... -me sonrojé.

-¿Por qué te sonrojas? -sonrió.

-Bueno, es algo cursi, ya sabes, incluso los poemas sobre el odio lo son. 

-No creo que exista alguien a quien realmente no le guste la poesía. -mis ojos se iluminaron al oírla.

-¿Qué opinas tú de ella? -traté de visualizar su rostro en la oscuridad.

-Nunca he dado el paso de dedicarle tiempo realmente, pero en un futuro cercano me gustaría. Me relaja y me hace meditar, creo que eso es importante para que esto -se señaló la cabeza- no se atrofie.

-Yo podría dejarte algunos libros. Casi todos los que tengo son de poesía.

-¿De verdad?

-Así es. No son muchos pero... -sonreí con algo de tristeza. Algo que despertó sus alarmas.

-Quiero saber más de ti.

-Y yo de ti.

-Bueno... mañana es sábado y yo al menos no tengo que levantarme temprano así que puedo dedicar toda la noche a hacerlo.

-Bueno... mañana es sábado y tengo trabajo, pero no me importa. -ella sonrió aún más.

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Siento que sea tan cortito pero estoy cansada y no quería dejaros sin nada de nada hoy viernes.

La repartidora (Camren)Where stories live. Discover now