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Lauren estaba escondida en el salón de té de su hermana.

Para variar, se ocultaba de las insistentes preguntas y regañinas de Jessica sobre su encuentro con la pecaminosa Camila Sin, de la cual hacía ya varias semanas. Hasta el momento había evitado con evasivas el interminable interrogatorio de su joven amiga, pero ya estaba hasta las narices, así que cogió el escandaloso libro que le había robado al Diablo y se escondió en la única estancia que Jessica no pisaría jamás: el saloncito de té.

Era un lugar lleno de paños de encaje y colores pastel, demasiado meloso para su gusto. ¿Quién podría haber imaginado hacía algunos años que, cuando Perrie tuviera dinero, llegaría a tener un gusto tan pésimo? Había que admitir que, desde que su hermana estaba embarazada, sus preferencias cambiaban continuamente y traían de cabeza a todos, sobre todo a su pobre esposa, que no hacía otra cosa más que correr de un lado para otro para llevar a cabo cada uno de sus deseos.

¡Y pensar que esa mujer era temida por la sociedad por su temperamento! Lady Dragón, la llamaban, aunque en los momentos en los que corría tras Perrie para que descansara habría sido mucho mejor apodarla Lady Corderito.

¡Qué estúpidamente se comportaban las personas a veces! Aunque Kara, la temible héroe de guerra que se casó con Lena, era peor, pues cuando ésta quedó encinta era capaz de despertar a toda la casa sólo porque su hija nonata había dado una patada.

Si Lauren se casaba alguna vez, esperaba no tener que aguantar la sobreprotección de su pareja ni sus estúpidos celos. Aunque había que admitir que las esposas de sus hermanas las amaban y las trataban con adoración, a pesar de que las muestras de cariño no fueran aceptadas por la puntillosa sociedad.

Mientras ojeaba el escandaloso libro, Lauren no pudo evitar imaginar cómo sería Camila como esposa. Seguramente sería una mujer celosa; de hecho, ya lo había demostrado al creer que Jessica era su amante. Posesiva como la que más, y, sin duda, terriblemente pecaminosa, pensó al recordar lo ocurrido en su lecho. Bueno, tal vez fuera un poco indecente, aunque después de todo no estaba tan mal, concluyó Lauren al ver una nueva ilustración que la hizo sonrojar.

Sus devaneos imaginarios con el obsceno demonio fueron interrumpidos por el siempre apacible y amable Alfred, el hombre de confianza de su cuñada, el cual llevaba la casa de la ciudad de su hermana con gran eficiencia y diplomacia a la hora de resolver los problemas de esa excéntrica familia de la que ella formaba parte.

—Señorita Lauren, ¡por fin la encuentro! La señora Jessica no para de buscarla por toda la casa, y es algo molesto cuando se mete en las cocinas y todas las mujeres dejan sus quehaceres para prestarle atención —se quejó humildemente el anciano sirviente.

—Alfred, ¡no le digas a Jessica que me has encontrado, por favor! Es una pesada y no quiero hablar con ella —suplicó Lauren inocentemente.

—Señorita, no sé lo que ocurre, pero la señora Jessica está muy preocupada por usted y no cesa de atosigarnos a todos por si recibe usted extrañas visitas o insinuaciones de una joven pretendiente no deseada. Por mi parte, le aconsejo que solucione usted sus problemas con la joven señora, porque, si no, me temo que nos volverá locos a todos.

—Está bien, Alfred, hablaré con la pesada de Jessica... —cedió ella al fin ante las súplicas del pobre hombre.

—Gracias, señorita Lauren. Por cierto, esta extraña misiva ha llegado esta mañana junto con un obsequio. Espero sinceramente que no sea de una acosadora como asegura la señora Jessica, sería una lástima tener que deshacerse del regalo.

Lauren esperó pacientemente a que Alfred saliera de la estancia para abalanzarse sobre el regalo guardado en una pequeña caja y envuelto delicadamente. No eran vanidosas joyas ni insulsas flores. El presente consistía en un elaborado abanico que, al abrirlo, mostraba la perfecta imagen de una escalera de color formada por el as, el rey, la reina, la jota y el diez de corazones. ¡Dios! ¡Era hermoso, único y altamente inadecuado! ¡Sin duda el regalo no podía provenir de nadie que no fuera la mismísima Diablo! Cuando leyó la nota que acompañaba a tan inapropiado presente, no le quedó duda alguna de que había vuelto a ser tentada por Camila.

Jugando con una tramposa #3 ♧Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora