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Un año después...

Camila Sin paseaba de un lado a otro de la planta superior de su pecaminoso club de juego. En esos instantes, nada le preocupaba más que saber dónde se hallaba su hermosa mujercita, que por desgracia nunca permanecía mucho tiempo en el mismo lugar donde se la dejaba.

En sus manos llevaba una carta para ella procedente de la joven Jessica, la alocada lady Thirlwall, que, finalmente y tras hacer enfadar con bastante frecuencia a Lady Dragón, había sido desterrada de su hogar y sancionada con dos años como capitana de uno de los barcos comerciales de su hermana. ¡Quién sabía los líos en los que se habría metido desde que había partido hacia tierras lejanas! Por su parte, Camila  siempre le agradecería a la joven Jessica sus escandalosas deudas de juego, sin las que nunca habría llegado a conocer a su esposa.

-¡No me digas que has vuelto a perder a tu mujer otra vez! -exclamó Sofia, burlándose nuevamente de la condición de casada de su hermana-. ¿Es que ni siquiera cuando está encinta puede quedarse quieta esa hembra?

-Últimamente está un tanto intranquila, creo que son cosas del embarazo - comentó Camila, sonriendo satisfecha al recordar cómo Lauren le había dado la noticia de que sería madre hacía tan sólo un mes.

-¿No se supone que las nobles damas embarazadas tienen que estar todo el día en la cama, quejándose de su frágil estado? -preguntó irónica Sofia, siguiendo los pasos de su hermana, que de nuevo se dirigían hacia la escalera del piso inferior.

-Solamente soy capaz de retener a mi esposa en la cama de una forma, y aunque en estos momentos estaría encantada de llevarla a mi lecho, hoy tenía asuntos que atender en mi club.

-¿Y siempre que vienes tienes que traerla a tu escabrosa casa de juego? Creí que, después de comprarte una morada decente y de obtener la condición de casada, tu querida esposa te obligaría a cerrar este antro.

-¡Qué dices! ¡Le encanta la idea de escandalizar a la sociedad con mi club de juego y mi apodo!

-Supongo que, cuando la aristocracia se entere del estado de tu mujer, al fin dejarán de llegarte las invitaciones a sus acontecimientos sociales.

-No lo sé. Nunca pensé que los estirados nobles me aceptarían como a uno más, pero, al parecer, como no me importa lo más mínimo formar parte de ellos, me acogen en todos sus eventos. ¡Gracias a Dios que a Lauren no le agradan mucho esos ostentosos festejos! Y, antes de que se me olvide, tengo una nueva invitación para ti de la condesa de Cousland. Para uno de sus bailes -se carcajeó Camila, tendiéndole a su hermana un elaborado sobre.

-¿Cuándo dejará Perrie de intentar endosarme a una de esas nobles damitas?¿Es que aún no sabe que soy una granuja desvergonzada? -se quejó Sofia, suspirando con resignación.

-Lena dice que, si yo soy tan buena esposa, tú serás un excelente partido. Y Perrie cree que aún estás a tiempo de ser reformada. Lauren, por su parte, piensa que lo que necesitan esas anodinas mujeres de la sociedad es una persona tan indecorosa como tú. Por cierto, ni se te ocurra pedirme ayuda para que te dejen en paz -se apresuró a añadir Camila antes de que su hermana comenzara nuevamente con sus súplicas.

-¿Crees que, si se lo pido a Jade o a Kara, me ayudarán?

-Lo dudo mucho, querida hermana: Kara está muy ocupada intentando enseñarle a su hija que algunas de las obscenas palabras con las que la ha ilustrado su madre no son adecuadas, sobre todo para hablar con su abuelo. Y Jade está extasiada con sus gemelos, demasiado ocupada mimando a su angelical hija y regañando a su revoltoso heredero.

-Creí que, cuando tú te casaras, serías la única en sufrir el acoso de esa familia, pero, al parecer, Jessica tenía razón: esas hermanas son unas condenadas entrometidas que...

Jugando con una tramposa #3 ♧Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora