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Cada minuto que pasaba en la mesa de juego era un infierno para Lauren. Camila parecía más decidida que nunca a ganar, y después de unas jugadas un tanto atolondradas, había reanudado su habitual y avasallador ritmo de juego, acorralando a Alistair y a Morton con arriesgadas apuestas que los llevaron a perder gran parte de sus ganancias.

Por lo visto, el juego era lo más importante para ella.

Lauren aún se preguntaba cómo había tenido la estúpida idea de pedirle a Camila que perdiera. ¡Por Dios! Si ella era una buena jugadora y sabía cuán humillante era una derrota, más aún en ese lugar... Pero es que la había tentado tanto la idea de vencer que ahora tal vez podría perder en esa mano lo único que merecía la pena de ese lugar: el amor de Camila.

Porque, aunque el Diablo era una pecaminosa personaje que no dejaba de acosarla con tentadoras propuestas, también era una mujer honorable que la había socorrido siempre. Había hecho por ella lo que nunca habían hecho otros: ayudarla a obtener una victoria. Ella era la única que parecía entender con qué ansias necesitaba ganar, ya fuera en el juego o en la vida. Sabía siempre lo que necesitaba y se lo daba, a pesar de que en ocasiones no estuviera de acuerdo con sus alocadas ideas. Camila no le cortaba jamás las alas, sino que la ayudaba a volar vigilando en todo momento su posible caída. Y ella iba a perder a esa mujer por idiota, por el estúpido deseo de darle una lección a su hermanastro. Nada más valía la pena en ese momento, únicamente la mujer que en esos instantes les sonreía a todos, como riéndose de una broma que sólo ella conocía.

-Me retiro -anunció sorpresivamente el Diablo ante la asombrada multitud sin volver carta alguna de su mano y cogiendo sus cuantiosas ganancias.

-¿Cómo que te retiras? -exclamó Alistair indignado por no poder recuperar su dinero de las manos de su rival.

-Simplemente he decidido no seguir jugando -comentó despreocupadamente Camila mientras le pedía a uno de los sirvientes un caro licor.

-¿Por qué te rindes ahora si llevabas ventaja? ¿Es que has decidido que el premio no vale la pena? -preguntó molesto el jugador desde la mesa.

-No, de hecho, lo único que me convenció para adentrarme en esta partida fue la idea de obtener el premio que en ella se ofrecía -declaró Camila  sin apartar la vista de los intensos ojos verdes de su amada, que la admiraban con fascinación.

-Entonces ¿puedes decirnos por qué demonios has decidido abandonar ahora? -exclamó Alistair, gravemente ultrajado.

-Mis razones no son de tu incumbencia. Tan sólo me retiraré de la mesa de juego y observaré plácidamente cómo mi amigo Lawrence te despoja de toda tu fortuna - manifestó jocosamente el Diablo sentándose cerca, donde Alistair no pudiera olvidarlo ni a ella ni su maliciosa sonrisa.

Camila había utilizado finalmente su retirada del juego en su favor, y todos miraban a Lauren especulando acerca de si aquel joven sería su sucesor en la casa del pecado.

Nadie sabía por qué el Diablo se había retirado del juego, únicamente ella conocía la verdad. Sólo ella sabía el motivo por el que había tardado tanto en marcharse de la mesa, y es que quería allanarle el camino hacia la victoria.

Mientras Lauren se hallaba temerosa de perderla, de descubrir que no la quería por encima de la pasión del juego, la muy bastarda había planeado cada uno de sus movimientos, arrasando con las ganancias de sus contrincantes para darle a ella ventaja sobre las apuestas. Finalmente, en vez de perder, o de retirarse sin más, había provocado a Alistair para desconcertarlo y para que dudara en cada movimiento. Y ahora seguía ayudándola al quedarse cerca de ella, dándole su apoyo para que los demás jugadores la creyeran mejor de lo que nunca podría llegar a ser, aunque, según los rumores, debía de ser muy hábil para recibir halagos de la mismísima Diablo.

Jugando con una tramposa #3 ♧Camren G!PWhere stories live. Discover now