Demonios;; Eren Jaeger x Lectora | Shingeki no Kyojin

·•❃•9. Rojo.

❝Humanos que buscan consuelo❞

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Los sonidos lejanos que producían los cañones llenó los oídos de quienes se movilizaban alarmados por el patio, pero hubo una minoría de personas que se limitaron a ignorarlos al encontrarse estresados ante la situación que se presentó.

Sin embargo, el temor y el desasosiego abundaban en esa área, resultaban tan intensos que incluso Eren podía sentirlos alrededor de cada compañero que divisaba por su camino. Algunos habían optado por sentarse a llorar aterrados mientras escondían sus rostros detrás de sus manos, entre sus piernas o simplemente limitándose a agachar la cabeza. Otros terminaban vomitando debido a los nervios y también se apreciaban aquellos que parecían estar al borde del colapso.

Se distrajo viéndolos a tal grado que no se percató que Jean se acercaba en la dirección contraria, entonces los dos colisionaron sin poder evitarlo.

—¡Apártate! —lo empujó a un lado de forma tosca.

—¡Hey, Jean! —Eren le impidió seguir avanzando al sujetarlo del brazo—. ¡¿Qué demonios te sucede?!

—¡No me molestes, bastardo suicida! —lo tomó por el cuello de la chaqueta—. ¡Tú eres quien quería unirse a la Legión de Reconocimiento! ¡Ya estás preparado para ser devorado! ¡Pero yo me iba al interior mañana, maldita sea!

—¡Cálmate!

—¡¿Quieres que me calme y acepte mi muerte así como así?! —gritó enardecido.

—¡No! ¡Recuerda estos tres años de entrenamiento! —empujó a Jean hasta que su espalda impactó en un pilar. La expresión del nombrado cambió de frustración a una estupefacta—. ¡Varias veces estuvimos al borde de la muerte en los entrenamientos! —reguló su tono de voz—. De hecho, algunos murieron, otros huyeron o los echaron... ¡pero nosotros sobrevivimos! ¡¿No es así?! ¡Vamos a sobrevivir hoy!

Una pequeña cantidad de los chicos que se lamentaban en silencio posaron su vista en Jaeger después de tales palabras.

—¡Ya mañana tu trasero estará a salvo en el interior! —lo liberó de su agarre.

Jean se quedó sin habla durante unos breves segundos.

—¡Maldito! —farfulló molesto y se retiró de ahí.

—Eren —llamó Mikasa, aproximándose y captando su atención—. Si la situación se vuelve complicada, búscame.

—¿Eh? ¡Estamos en escuadrones totalmente diferentes!

—Cuando las cosas se salen de control, ya nada resulta como lo planeas... —mencionó preocupada—. Yo te protegeré.

—¿De qué estás...? —fue interrumpido.

—Cadete Mikasa Ackerman —nombró uno de los líderes de escuadrón de las Tropas de Guarnición, Ian Dietrich—. Estarás en el escuadrón de retaguardia, ven conmigo.

—¡P-Pero ahí solo seré un estorbo! —soltó la asiática, haciendo que Eren la observara incrédulo por su repentina actitud.

—No he pedido tu opinión —espetó el mayor—. La evacuación va lenta y necesitamos todos los soldados de élite que podamos conseguir al lado de los civiles —se dio la media vuelta.

—Pero... —trató de seguirlo para insistirle y Eren la frenó propinándole un cabezazo.

—¡Oye! ¡Para ya, Mikasa! —reprendió fastidiado—. ¡Ese comportamiento no es propio de ti! ¡La raza humana está al borde de la extinción, no trates de imponer lo que te conviene!