Demonios;; Eren Jaeger x Lectora | Shingeki no Kyojin

·•❃•7. Amanecer.

❝Sueños que han sido destrozados❞

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·• Año ochocientos cuarenta y nueve •·

La habitación de las chicas olía a sábanas recién lavadas, el aroma a jabón se mezclaba con el de la tierra húmeda causada por la lluvia de esa madrugada.

(Nombre) se sentó al borde de su cama cuando terminó de empacar lo que llevaría a Trost. Tenían presente otra planificación de batalla en dicho distrito, se trataba de un ensayo en caso de que se suscitara otro ataque. Fue algo extra que se implementó al entrenamiento de los cadetes luego de la caída de Shiganshina.

La ventana estaba abierta, la frescura de la mañana entraba para pegarle en el rostro y moverle algunos mechones de pelo. Su mano dominante se movía de aquí para allá sobre una hoja de su libreta, donde dibujaba garabatos para pasar el tiempo. Mikasa la observaba desde su cama, sabía que la sintió desde que comenzó a escudriñarla de manera incesante, pero a diferencia de otras veces, no hacía un mínimo esfuerzo de devolverle la mirada siquiera. La oriental parpadeó y desvió los ojos al suelo, tantas oportunidades que tuvo de acercársele y nunca fueron aprovechadas. No solía relacionarse con otras personas del mismo modo que lo hacía con Armin y Eren, ella no era fanática de la gente desconocida y menos de la que robaba la mayor parte de la atención de Jaeger.

Y además, siempre existía algo que se interponía, los cadetes, sus propias dudas, los entrenamientos, etc. Fue la misma situación durante los dos años con seis meses que ya llevaban ahí. Les sobraba tiempo a todos en ese momento, tal vez al fin podría intentarlo. Si desperdiciada el tiempo que le sobraba hasta la graduación, entonces ya no lo haría jamás.

Mikasa se puso de pie, empezando a acortar la distancia que las separaba. Cuando (Nombre) se percató de lo que pretendía y le puso los ojos encima, Ackerman pudo corroborar que aproximarse a ella se sentía igual que ir directamente al peligro que transmite una bestia salvaje.

—¿Qué estás haciendo?

Aún estando un poco confundida, sin problemas accedió a mostrarle.

—Como puedes ver... —levantó la libreta a la altura de su cara y extendió las hojas para que pudiera apreciar bien—, estoy haciendo simples garabatos mientras espero que vengan a darnos la orden de salir. ¿Y tú, Mikasa? ¿Ya empacaste?

Cerró la libreta y la dejó sobre sus pertenencias. La pelinegra contestó un «sí» cuando el mutismo hizo acto de presencia. Tenía un montón de preguntas a la espera de que pudieran resolverse y no supo por cuál empezar.

—¿Por qué no te sientas? —palmeó el sitio libre a su lado.

Aferró sus manos a las escaleras de madera que le permitían subir. Sus piernas colgaron del borde cuando se sentó y pudo percibir el aire fresco golpear su piel. Más allá de la ventana alcanzó a divisar las nubes disipándose y los rayos del sol asomándose entre ellas.

—Escuché sobre lo que pasó ayer.

Sus ojos grises se posaron en (Nombre) justo cuando ésta se ponía la chaqueta del uniforme.

—¿Te refieres a la pelea entre Annie y yo que el instructor interrumpió antes de que iniciara? —afirmó con la cabeza en respuesta. Mikasa suspiró, una interrogante se formó en su mente y luchó por salir, quizás era un buen instante para preguntar—: ¿Por qué te relacionas con esa mujer?

No comprendía el porqué, ¿qué clase de gracia encontraba en hacer eso? De manera paciente esperó a que hablara.

—Supongo que es porque tenemos algo en común... el gusto por las artes marciales —apoyó las manos en el colchón y sus ojos se entrecerraron con leve severidad—. Y no sé... pero siempre me ha dado la impresión de que solo está aquí como un medio para conseguir lo que busca, puede que nos parezcamos en eso a pesar de que nuestras razones difieran —le echó un vistazo. Debido que (Nombre) le daba la espalda a la luz que se colaba por la ventana, su semblante estaba cubierto por la sombra y era complicado verlo a detalle—. Antes yo no tenía la intención de ingresar al ejército y sé que ella tampoco.