17 | Nueve malditas letras

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17| Nueve malditas letras

HALLEY:

La noche del concierto sucedieron muchas cosas.

Recuerdo haber gritado a todo pulmón tarareando las canciones versionadas de Hache junto con el resto de personas a nuestro alrededor tras recomponerme de aquella canción, de su significado y de las intenciones reales que había tras cada verso.

De la mirada de Halle también tuve que recomponerme. La boca le había llegado al suelo, aunque como el guitarrista deslumbraba luz propia, no pudo apartar la mirada de él hasta el final de aquella primera canción. Mi respuesta en aquel momento fue sonreírle muerta de la vergüenza y encogerme de hombros antes de mirar al chico de ojos claros y sonreírle con verdaderas ganas, porque creía que no había sido más feliz en mi vida.

Su canción... La manera en la que hablaba de nosotros y sobre todo de mí había dejado huella en un lugar que hacía tiempo no latía como en aquellos momentos. Me ilusionó la idea de que Hache nos hubiera dedicado a nosotros una canción, porque ese tipo de composiciones guardaban lo que era más importante para el vocalista que las interpretaba cada noche en un escenario: los sentimientos y recuerdos más fuertes que iban saliendo a la luz en el momento en el que se escribían. Lo que uno recordaba con mayor intensidad por puro placer o dolor.

En aquellos momentos Hache me escogió porque yo significaba pura magia para él. Luego me convertí en el mayor dolor que alguien pudo afligirle tras la muerte de su padre. Fui su desastre natural. Y eso fue lo que también acabó conmigo.

Hache había pasado toda la noche despierto para componer aquella canción. Había decidido que sentía tan fuerte lo que nos había sucedido este último mes que una canción merecía ser escrita en honor a ello: a la chica de las estrellas y al secuestrador especial. Y había dejado claro que no se rendiría hasta poder arreglarme.

Si aquella noche no me dio un ataque nada podría conmigo. Ni siquiera mis miedos.

Por eso hoy era un día tan importante.

Recordaba también haberle dicho a Hache que la canción era genial cuando logró acercarse a nosotros veinte minutos después de terminar el concierto y la manera en la que me dijo que ser su inspiración había sido la mejor parte todas aquellas horas de proceso creativo.

A Halle iba a darle un desmaye y mi corazón amenazaba con salírseme del pecho.

Al igual que hoy.

Pero, volviendo a lo que sucedió aquel sábado noche, el resto del tiempo que estuvimos en Heaven lo empleamos bebiendo —esta vez Hache me acompañó a por el agua ya que tenía la garganta seca— y bailando de la manera más estúpida que nos fue posible. Xander estuvo pendiente de mí, por si en algún momento hacía algo que pudiera darle una pista de mi resolución motriz, pero, teniendo en cuenta que decidí tambalearme de manera estúpida y me perdí entre la multitud, no fue capaz de sacar mucho de su observación.

Aquella noche, estar los cuatro juntos fue como un sueño que aún era capaz de vivir estando despierta. Era como si no hubiese terminado. Sentí todas aquellas sensaciones que no había logrado sentir en mucho tiempo o al menos, no todas juntas. Fue algo tremendamente bonito. Además, sentí cómo nos uníamos más entre los cuatro y que podíamos ser un grupo de buenos amigos. Aún me faltaba conocer mejor a Xander y entender qué era lo que me sucedía con Hache, pero no me cabía duda de que ambos eran el tipo de persona que encajaban conmigo, porque sabían cómo tratar a las personas a pesar de sus personalidades tan contrarias y llameantes. Porque, siendo sinceros, la personalidad de Xander era muy estridente y a Hache había que saberlo tratar.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora