14 | E.T y otros aliens que podrían ser constelaciones

261 24 137
                                    

14| E.T y otros aliens que podrían ser constelaciones

HALLEY:

Estallé.

Estalló el caos.

Estalló todo mi interior.

No sabía qué hacer o qué decir cuando Xander me miró casi tan sorprendido por las palabras de Hache como yo. Aunque claro, por un motivo muy diferente.

Sentí que me desmoronaba de repente, que algo dentro de mí ya no se encontraba bien, y sabía que todo aquello podía parecer absurdo, pero recibir un golpe que no te esperas significa dolor con todas las letras de la palabra.

No esperaba que hiciese eso, no esperaba que mostrara a la luz aquella parte omitida de mi vida que me había esforzado por mantener retenida en el rincón más profundo y oscuro que me fue posible. Pero lo hizo. Y yo deseé poder tener un botón de rebobinar para poder detenerle o salir corriendo justo a tiempo.

Desgraciadamente eso no existía.

Finalmente ideé yo misma qué hacer a continuación. Tampoco me resultó tan difícil, al fin y al cabo, lo único que quería era que me tragase la tierra y en vías de escape era experta.

Mi respuesta ante el «¿eso es verdad?» de Xander fue correr. Literalmente correr. De hecho, Hache me leyó el pensamiento —como tantas otras veces anteriormente—, e intentó evitar que me alejase de una sola zancada. A pesar de eso, fue muy sorprendente para ambos el hecho de que pudiera zafarme de su agarre cuando me sostuvo del antebrazo de una manera lejos de posesiva, suave. Mientras tanto, Xander seguía con la boca anclada en el piso, ajeno a todo lo que estaba sucediendo ante sus ojos y asimilando todo lo que acababa de escuchar. Agradecí eso mentalmente durante los primeros segundos en los que comencé a adentrarme en el meollo y compartir espacio con el resto de personas que mantenían una cierta distancia con los asientos.

Escuché a Hache gritar mi nombre e incluso un «espera, por favor», pero la idea de alejarme sonaba más firme en mi cabeza que aquella melodía cargada de preocupación en la que se había convertido su voz. Era consciente de que, si me detenía y dejaba que me encontrase, no podría volver a soltarme, porque sabía que estaba siguiéndome, que corría detrás de mí entre el tumulto de personas dejando a Xander atrás. Hache no era del tipo de personas que se rendían fácilmente.

Y contra todo pronóstico, yo ahora no quería un salvavidas, quería que me dejasen sola en aquel océano repleto de caos que trataba de engullirme por segundos. Quería decidir yo misma qué respuestas dar, cómo dañar a mi corazón o cómo sanarlo a través de ellas.

Sin embargo, Hache no se daba por vencido, y a pesar de la ventaja que le llevaba, consiguió que sus dedos rozaran los míos y que mis piernas quisieran correr más rápido a pesar de que flaquearan ante aquel aterciopelado contacto.

Porque eso era lo que las personas como él hacían: tratar de ser un salvavidas constante y contagiarnos las ganas de luchar. Pero, aunque él no fuese consciente, me había hundido esta noche y mis ganas de guerra se habían quedado atoradas en la superficie.

Hache chocó contra un cuerpo y encontrar la salida fue lo mejor que pudo haberme sucedido justo entonces. Con tanta gente incluso temí perderme en aquel sitio.

Di con el exterior y el frío me azotaba con fiereza. No me lo pensé mucho, enseguida eché a correr hasta la parada de autobús más cercana, justo en la que nos habíamos bajado nosotros tres una hora antes y, casualidades de la vida, un bus estaba a punto de llegar. Me abracé a mí misma para resguardarme del frío mientras daba unos golpecitos al suelo con la punta de mi pie impaciente. Quería largarme de allí. Cuanto antes.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora