24 | Polvo y escombros

189 18 39
                                    

24| Polvo y escombros

HALLEY: 

Volviendo al pasado...

Suspiré sonriente antes de dejarme caer en la pared, arrastrando mi espalda por esta hasta alcanzar al suelo. Alcancé mi botella de agua y di un buen trago, digno de una persona que acababa de encontrar un oasis en mitad del desierto tras días y días sin probar una mísera gota de bebida.

Como si fuera un tesoro para mí.

Escuché como alguien aplaudía y me vitoreaba. Sus alabanzas resonaron con el eco del glorioso teatro, magnificando todo lo ocurrido, con lo cual me resultó inevitable reír y por culpa de eso, varias gotas del líquido transparente mancharon mi camiseta con el logo de Venice Beach. No le di mucha importancia porque de todas formas estaba sudando una barbaridad. Estaba decidido que, en cuanto llegase a casa, me iba a dar una ducha como Dios mandaba.

Suspiré. Sin duda eso era lo que necesitaba.

—Oficialmente no puedo más —susurré en un aliento.

La cabeza de mi mejor amiga asomó por la parte baja del escenario y sus ojos difícilmente hicieron contacto con los míos —al igual que yo, era muy pero que muy bajita y a duras penas podía alcanzar los límites del linóleo—, haciéndome responder a su gesto con una risa tonta por lo increíblemente diminuta que se veía.

—Tía, ha sido genial, creo que no me cansaré nunca de venir a verte.

Reí. Era una auténtica exagerada...

—Quizás deberías, o reprobarás el semestre si te pasas todas las tardes aquí encerrada conmigo.

—Estudiaría todo el rato en que tú lo hicieses y no habría problema —dijo, como si aquello resultase una evidencia.

—Sabes perfectamente que cuando estamos juntas no podemos estudiar —logré decir entre carcajadas.

—Pero reprobaríamos juntas, eso siempre es mejor. —Me guiñó un ojo y yo negué con la cabeza a la par que ponía mis ojos en blanco.

Halle era la persona más responsable que podrías encontrarte, así que era consciente de que solo estaba bromeando.

—Tía, me alegro muchísimo de que lo hayas vuelto a retomar, eres prácticamente otra desde que volviste, se te ve más... feliz. Me gusta eso. Es como volver a ver a la antigua Halley. A aquella chica soñadora que, aunque no se atrevía con todo, resultaba ser una auténtica diseñadora de aventuras en su cabecita; a aquella chica cuya sonrisa era el mismísimo amanecer y no la puesta de sol que asomaba a grosso modo...

Cerré los ojos con sus últimas palabras. Un recuerdo cruzó a mi mente y sentí cómo el corazón se me ensanchaba con su presencia en mi subconsciente.

«—Pregúntame qué me parecen los tuyos, Halley.

—¿Cómo son mis ojos, Hache?

—Verdes entremezclados con un color miel. Profundos, brillantes, tristes, felices. Preciosos. Una puesta de sol. Un abismo perfecto en el que cualquiera querría perderse».

A mi amiga se le cansaron los brazos y tuvo que dar un pequeño saltito para que pudiéramos seguir estando cara a cara. Reí ante eso y negué con la cabeza.

—Creo que será mejor que baje, si sigues dando saltitos vas a terminar por hacerte daño. —Arrugamos la nariz mientras yo me incorporaba—. Además, ya es tarde, deberíamos pensar en volver a casa, muero por darme una ducha...

Halle dio una palmada esta vez sin intentar sujetarse al palco.

—Está bien, como digas.

Cinco minutos después, el escenario estaba recogido, todas mis cosas guardadas en mi bolsa de tela —ahora colgada en mi hombro—, y Halle y yo nos encontrábamos listas para apagar las luces y cerrar, dando por terminada una nueva jornada vacía y casi enfermiza para mí.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora