08 | No es un don...

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08| No es un don...

HALLEY:

Después de terminar nuestra última clase en la universidad, Halle y yo decidimos ir a comer juntas en una tienda de bocadillos que quedaba cerca de la universidad a medio camino de Sky. Hans iba a estar bastante ocupado durante el resto del mes porque los ingresos habían vuelto a bajar y había pedido horas extra en la cafetería donde trabajaba su tía para intentar cubrirlos con el sueldo, por lo que esta vez tendría que frecuentar el teatro diariamente para asegurarme de que no se convertía en un antro lleno de polvo y para ayudar a un grupo de bailarines que habían hecho su reserva para actuar a finales de mes. Con suerte, entre la reserva y el sueldo extra de Hans, volveríamos a escaparnos de las cartas de los bancos.

No era la primera vez que recibíamos una avisando de un posible desahucio en Sky, habían llegado varias en los últimos tres años, pero siempre habíamos sabido afrontarlos con éxito, la gente reservaba muy a menudo y siempre lográbamos reunir el dinero para seguir adelante. Aunque debía admitir que desde que Clouds, el otro teatro, mostró su cara al público unos meses atrás, las reservas habían caído casi en picado.

Hoy día la gente estaba tan obsesionada con dejar el pasado atrás que un antro de fachada antigua y tradicional no era más que una mancha en su historial de modernidad. Y cómo odiaba eso...

Hans me había dicho que no era necesario que pasara las tardes mientras él trabajaba en la cafetería organizándolo todo allí dentro, y aunque yo sabía que lo decía bastante en serio, no le di demasiada importancia a sus palabras. Me gustaba pasar tiempo entre aquellas paredes y sabía perfectamente que no quería cargarme con aquella responsabilidad porque si trabajaba con los técnicos de sonido, tendría que pagarles por las horas extra, no era estúpida.

Me costó una conversación de dos horas y media, prometerle que ya se me ocurriría algo para solucionar lo de los técnicos, un café con leche y un par frases ingeniosas para que me diera una copia de las llaves y accediera a mi propuesta. Ese día salí a cenar con Halle para celebrarlo y recuerdo que Hache estuvo alardeando toda la tarde de mi gran capacidad para convencer a las personas mientras dábamos un paseo por la ciudad antes de aquello.

Desde que me salvó de darme la hostia de mi vida y corrimos por toda la ciudad para resguardarnos de la lluvia nos habíamos visto más a menudo, aunque vernos todos los días no era algo que siguiéramos como una norma universal. Más bien pasaba los días tratando de adivinar si pasaría por Sky a verme con una sus sonrisas afables y dicharacheras y él hacía lo mismo mientras trabajaba cada noche en Heaven, al menos eso me había dicho.

Era una especie de juego divertido, según él, aunque no entendía por qué aquella idea de verme a mí cruzando la puerta de aquel bar cada noche pasaba tan a menudo por su cabeza si solo había llegado a hacerlo una vez en estas dos semanas después de nuestro pésimo episodio como corredores; pero él no dejaba de pensarlo.

Al principio me pareció raro todo eso, pero siempre terminaba olvidándome de aquella sensación porque inexplicablemente me agradaba tenerle a mi lado. Cada vez que lo veía apoyado en la entrada al salir me sentía tan malditamente relajada que a veces me asustaba pensar en aquello. Era como si una vez fuera, él pudiera calmar a los demonios que intentaban volver a acorralarme. Con él estaba alerta de otras cosas, como por ejemplo al hecho de no exponerme demasiado frente a él, pero era un tipo de alarma diferente a la que acostumbraba a sentir día tras día.

En el fondo siempre tenía la sensación de que era como una de esas personas a las que sentías conocer de toda la vida.

Y no sabía hasta qué punto debería asustarme eso.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora