07 | ¡Así no! Dios...

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07| ¡Así no! Dios...

HALLEY:

Despertarme y seguir viendo oscuridad no me agradaría mucho en otras ocasiones, pero honestamente, en esta me hizo sonreír un poquito. Revisé la hora en mi móvil, perdido entre las sábanas junto al MP3 que Halle me había hecho llegar y me quité los auriculares que continuaban reproduciendo una y otra vez la lista.

Eran las seis de la mañana, en una hora comenzaría a amanecer. No esperé mucho para levantarme y, mientras frotaba mis ojos con cansancio, me aproximé al armario. Veinte minutos después, ya estaba en la planta baja con unas mayas y una camiseta de manga corta, el pelo recogido en una coleta alta y las llaves de casa en mis manos.

Solía salir a correr cada fin de semana, pero mi horario era tan disfuncional que últimamente salía cuando me apetecía o cuando me lo proponía muy en serio. El deporte me despejaba por las mañanas tanto si había tenido una pesadilla como si mis fantasmas del pasado volvían para atormentarme una vez más.

Cerré la puerta a mis espaldas sin hacer mucho ruido, escondí las llaves bajo la alfombra de casa, respiré hondo y comencé mi recorrido. Algunas veces pasaba varias semanas haciendo el mismo, otras cambiaba, pero no hacía esto último con frecuencia. Sin embargo, por alguna extraña razón hoy sentía que necesitaba volver a cambiar mi ruta.

No era una persona muy abierta a los cambios, se lo dije a Hache y no mentía con eso, pero en este tipo de cosas me agradaban en cierto modo, y más si era yo la que decidía cómo y cuándo hacerlos. Eran una de las pocas cosas que no solía planificar con el tiempo y con las que me dejaba llevar, así que, no me sorprendí cuando mis piernas comenzaron a tomar el control.

Tampoco lo hice cuando me adentré en el bosque que normalmente recorría de manera superficial. Era como una especie de rutina pasar por aquí siempre que hacía deporte y, aunque estuviese bastante alejado de casa, la gente cercana al sitio no solía venir por aquí, lo que me daba una privacidad que, aunque en este lugar pudiese parecer inquietante, servía de utilidad para calmar a mis demonios internos.

Llevaba horas corriendo cuando llegué al interior y el amanecer no había sido cálido como yo esperaba, de hecho, diría que comenzaría a llover en cuestión de tiempo, aunque era terrible para adivinar este tipo de cosas.

Sabía que adentrarme no era parte de mi plan inicial, pero, decidí continuar con la nueva ruta que mi propio cuerpo me dictaminaba y con la que no estaba para nada insatisfecha. No me detuve a pesar de mi cansancio, pero escuchar un ruido cerca de mí encogió mi corazón y puso a todos mis sentidos alerta.

Corrí más deprisa sin pensarlo un segundo, y aunque sentía que me faltaba el aliento, aquel ruido se escuchaba cada vez más y más cercano erizando cada uno de los vellos de mi piel con el paso de los segundos.

Nunca había escuchado una pisadas tan aceleradas y tan fuertes en este lugar y ahora las mías parecían querer imitarlas. Me dolía el pecho y apenas podía respirar, pero no quise detenerme, lo que fuera que estuviese a mis espaldas venía a por mí y necesitaba llegar de nuevo a la civilización para escapar de ello como huía de todo, aunque esta vez el motivo proviniese de un origen distinto.

Hacía esto todos los días de mi vida, ¿por qué huir hoy tenía que ser tan difícil?

Ni siquiera sabía en qué lugar exacto del bosque me encontraba, y por mucho que yo pensara que estaba huyendo, la sensación de estar adentrándome más y más en la maleza me asustaba a grandes magnitudes a medida que daba una zancada tras otra.

Sentí que aquel ruido estaba alcanzándome y vi una sombra a mi lado, dejé escapar un grito ahogado y aceleré todo lo que pude, pero entonces tropecé con una rama en el suelo y cuando pensé que me iba a dar de bruces contra él y quien sea que viniese detrás de mí iba a alcanzarme, unos brazos firmes me sujetaron justo antes de tiempo y mi espalda chocó con el torso del chico que me sostenía después de que este me girase en su dirección. Sin poder evitarlo, mis brazos se sujetaron a sus hombros y entonces el silencio nos abrazó a ambos siendo interrumpido de forma intermitente por nuestras respiraciones igual de agitadas.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora