| La primera manecilla

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H.

Es interesante.

Siempre suceden cambios que son capaces de dejarnos sin respiración.

Uno puede pasar de tener miles de cosas a perderlo todo y viceversa. Es como una pescadilla que se muerde la cola. Un círculo vicioso. Una línea que nunca termina.

Es curioso, la línea de nuestras emociones puede asemejarse con aquella que aparece en el monitor de un hospital y que son determinantes en la vida de una persona. Siempre subiendo, luego bajando. Unas veces completamente plana y regular y otras siendo el caos personificado, mostrando lo que verdaderamente se esconde tras el ser humano. Aquello que tanto nos hace temer.

Si Hache llevaba razón en la carta que me escribió aquella noche y el destino realmente era el que jugaba las cartas, me la tenía que tener jurada. Porque este había atado otro hilo de los suyos vinculándome a un maldito monitor.

Aquel hilo invisible me había sujetado a una manecilla de un reloj que poco a poco iba acercándose desde la parte más alta a la más baja.

Y cuando esta manecilla alcanzó la zona más menguada, caí.

Fue una caída libre, pero esta vez nadie fue capaz de sostenerme.

La primera manecilla se detuvo ahí, frenó el tiempo.

Cuando quise recomponerlo me di cuenta de que no se podía.

El tiempo corría según la percepción que tuviésemos sobre él. Y la mía había cambiado desde que recobré la consciencia.

Y entonces lo supe:

Nada iba a ser igual.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora