Capítulo 2

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[En Multimedia: Vista externa de la Mansión Sinclair, el recibidor y Emma en su nueva habitación]


Colapso.

Caigo al suelo rendida ante el desmayo.

—¡Emma!—escucho lejanamente la voz horrorizada de Isabella que se acerca a mi cuerpo casi inconsciente. Estoy viendo todo negro. No puedo moverme, mi cuerpo no me responde. Puede que sea porque solo he desayunado la impresión que me acabo de llevar.

Escucho que Joseph también me llama. Y luego escucho la voz del loco desquiciado.

—¡Llevémosla adentro!—exclama otra voz femenina que desconozco.

Entonces, unos brazos muy fuertes cargan mi cuerpo y ahora me siento sumamente protegida, escuchando que un corazón late acelerado cerca mío. No veo nada, no sé quién me tiene cargada, pero huele espectacular. Inexplicablemente, su aroma está embriagándome.

Cuando logro abrir los ojos, tengo que parpadear entre tres a cuatro veces para poder tener una imagen clara. Estoy tumbada sobre una cama queen cuyas sábanas son de una tela tan suave que acaricia los poros de mi piel. Algo huele muy bien, ¿será el detergente fino con que de seguro lavan estas sábanas egipcias?

Una mano recorre mi rostro quitando los mechones de cabello que lo tapa. Se siente tan suave y masculina que me recuesto sobre ellas con una sonrisa de estúpida.

Entonces termino de abrir los ojos para encontrarme con los del loco desquiciado. Es él quien está acariciándome. Quito el rostro enseguida para luego examinar mi alrededor.

Isabella está sentada del otro lado de la cama agarrándome una mano. Joseph está ahí parado de brazos cruzados con una expresión de consternación. A su lado, una pelicastaña de ojos azules me observa, también preocupada. No sé quién es, jamás la he visto, pero por el parecido con Joseph, intuyo de inmediato que debe ser su hermana, Jane.

—Emma, ¿estás bien?—pregunta el loco con el ceño fruncido. Vaya, está preocupado también.

Entonces recuerdo el incidente del día anterior y cómo me correteó por las calles de L.A suplicándome que me casara con él porque solo así podría pagarme. Empiezo a gritar levantándome de la cama haciendo que todos se sobresalten conmigo.

—¡Emma! ¿Qué tienes?—pregunta Isabella acercándose.

No digo nada, me voy a una esquina de la inmensa habitación alejándome de todos.

—¡Emma!—grita Isabella otra vez.

—¡No dejen que ese loco me toque!—grito cubriéndome con ambos brazos. "Claro Emma, como si eso te fuese a proteger que alguien te mate", alega con sarcasmo mi subconsciente.

Joseph mira al loco desquiciado con intriga y él se encoge de hombros. Jane también lo está observando como con un rostro de: "¿Qué hiciste ahora?"

—¿Loco?—pregunta Isabella, intercambia una mirada con el loco—. ¿Matthew, tú y Emma se conocen?

Matthew... vaya, un nombre refinado. Él tan solo asiente con un movimiento de cabeza y noto que intenta acercarse a mí, pero yo me echo para atrás.

—¡Aléjate de mí!—grito despavorida cerrando los ojos.

—Emma, estoy muy apenado por lo que te dije ayer—declara acercándose más—. Pero no es mentira, debo pagarte lo que hiciste por mí.

¿Qué rayos hice? ¿Salvar su vida? Con un 'gracias' me bastaría y sobraría para que se olvide de ese maldito incidente.

—¿Qué haces aquí?—pregunto todavía sin bajar la guardia.

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora