Capítulo 24

117K 8.1K 2.5K
                                    

[En Multimedia: Emma Bennett y Theresa Bennett]

El motor del auto se apaga, pero las palpitaciones aceleradas de mi corazón no se detienen.

Mientras mi cuerpo entero se estremece, echo un vistazo hacia la fachada exterior. De la puerta de madera desgastada por la que salí apresurada un sinfín de veces cuando iba tarde para el colegio, sale mi madre más despampanante que nunca.

Se posa en la entrada, con ojos llenos de júbilo, mientras los míos se humedecen ante la alegría que emana por todas mis entrañas. 

Matt, sabiendo que estoy a punto de llorar, sostiene mis manos fuertemente enterneciendo su rostro. 

—Regla número siete, amor...—pronuncia suavemente—. "Mantente cerca de tu familia". 

Respiro aceleradamente. 

—Por favor ve donde esa mujer tan maravillosa que está allá y abrázala como nunca antes en tu vida lo has hecho—dice acariciando mi rostro hasta que reacciono. 

Con manos temblorosas, tiro de la perilla de la puerta del auto para abrirla. Y con ojos llenos de lágrimas de alegría, corro hasta donde mi mamá que me espera con un aura lleno del único amor que es indudablemente verdadero: el amor de una madre hacia sus hijos. Un amor en donde no hay dudas, ni inseguridades. Que tampoco lastima, sino que sana cualquier herida, carnal o emocional. Que no abandona, sino que ampara. 

Me tiro en sus brazos dejándome envolver por su calor maternal. Es real. Mi mamá, después de más de dos años sin verla, me está apretando fuertemente contra su cuerpo como diciéndome: "te eché de menos. Te necesito. No te alejes más nunca de mí". 

¿Cómo puedes extrañar a alguien sin siquiera percatarte de cuánto lo hacías? Cuán banales se pueden tornar los sentimientos humanos. 

Me aferro a ella y lloro desconsoladamente en su hombro. 

—Estás bien, hija—susurra en mi oído dándome ligeros golpecitos en la espalda—. Lloras, pero de alegría. Estás bien, Emma. 

Conoce mi corazón mejor que yo, porque le ha tocado sanarlo desde hace veintitrés años. Me cuidó, cuando yo no podía hacerlo. Me guió, cuando estuve desorientada. Me dio todo, aún sin recibir nada a cambio. 

Esa mujer tan maravillosa... es mi mamá.


——-


Cuando la sesión de lágrimas con mi mamá finaliza, me dedico a abrazar a mi papá, quien no llora nunca y eso está muy bien. Necesitamos a alguien estable en la familia. 

También fue a recibirme en la puerta, pero esperó pacientemente hasta que la escena dramática con mamá finalizara, porque sabía que iba a ser así. 

Por detrás de su hombro, observo a Matt. Se mantenía de brazos cruzados sobre el auto contemplando la escena dramática y puedo estar casi segura que sus ojos azules se habían humedecido. 

No lo confirmo, porque justo cuando se percata que lo estaba observando, gira su cuerpo entero para dirigirse hacia el maletero del auto. Saca todo el equipaje, tanto el suyo como el mío. Entonces, camina despacio hasta la entrada de la casa, donde intercambiamos amor familiar. 

—Eres real—mi madre abandona la escena para correr hasta donde está Matt y abrazarlo. Hace que el pobre tenga que soltar todo el equipaje para, sorprendido, corresponderle también el abrazo. 

—Mamá, ¿eso qué rayos significa?

Me empiezo a enojar, y acabo de llegar. Suelto a mi papá, que niega repetidas veces con la cabeza riendo. 

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora