Capítulo 23

98.9K 7.7K 1.3K
                                    

—Oye, amor, ¿te puedes despertar?

No.

Agarro la sábana, la estiro hacia arriba para protegerme del tremendo frío que se ha intensificado más y tiemblo un poco. 

¿Pero qué hora es? Debe ser muy temprano, considerando no tengo fuerzas ni para abrir los ojos.

—Vamos, linda, despierta... ya vamos tarde.

Abro los ojos para encontrarme con los oceánicos iris de Matt, quien está de cuclillas en el suelo atacándome con su arma mortal enamorada. Trae el cabello mojado, lo que quiere decir que se acaba de dar una ducha, y un abrigo que intuyo lo protege del frío que hace. 

Quita suavemente la sábana que recubre mi cuerpo y me sostiene con ambos brazos para ayudarme a levantar. Rodeándome con un brazo, me conduce fuera de su habitación para transitar por todo el pasillo, que está muy oscuro.

Adormilada, cierro los ojos otra vez y cuando los abro estamos frente a la puerta de mi dormitorio, donde está parada Isabella, como si me estuviese esperando. Tiene una maleta en sus manos. 

—Puede que haga frío a donde vamos, así que trae un abrigo contigo, ¿de acuerdo?—me sugiere Matt mientras me entrega en los brazos de Isabella. 

—No te preocupes, ya le empaqué uno—responde ella pasándole la maleta, que él agarra enseguida.

Me desconcierto. ¿Empacar? ¿Isabella me hizo una maleta? ¿Nos vamos a quedar más de un día a donde vamos?

—Gracias, Isabella, iré a terminar de empacar todo—replica Matt con cariño, pero luego nos abandona. 

Isabella abre la puerta de mi habitación para ayudarme a entrar.

—¿Qué hora es?—pregunto curiosa, todavía con mucho sueño. 

—Casi las cinco de la mañana—responde—. Sé que estás cansada, querida, así que esperaré hasta que te des una ducha para ayudarte a vestir, ¿de acuerdo?

Estoy muy confundida. 

—¿Nos vamos todos?—cuestiono.

—¿Y arruinar los planes de Matt?—me conduce hasta el baño mientras ríe—. No. Solo van ustedes dos—prosigue—. Ve a arreglarte, Emma, ya van tarde. 

Con que ella sabe algo que yo no.

Sé que no debo preguntar más, porque aparentemente es una sorpresa. Así que asiento con la cabeza obedeciendo mientras me dirijo directo a la ducha del baño. 

Permito que el agua caliente caiga sobre mi piel acariciando mis poros y aliviándolos del frío tan atroz que todavía se mantiene en el ambiente. 

Entonces, estando a solas con mis pensamientos, recuerdo la noche anterior. Vaya, dormí en los brazos de Matt. Y se sintió bien. Se sintió correcto. Se sintió que este maravilloso chico es solo para mí. 

Isabella me saca del baño porque me estoy demorando mucho. 

Muero otra vez en mi cama sin que ella se dé cuenta, ya que está buscando ropa en mi clóset. 

—¡Emma!—su voz regañona me despierta, pero no hace que abra los ojos. Me hala de los pies y luego, como sabe que no voy a reaccionar pronto, empieza a vestirme aun estando acostada. 

—Te dije que te iba a ayudar, no que te iba a vestir del todo—se queja introduciendo unos vaqueros sencillos por mis pies y subiéndolo hasta mi cadera. Se trepa en la cama para ponerme una blusa blanca sencilla también—. ¡Maldita sea, Emma, despiértate!

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora