Capítulo 34

92.4K 8.1K 3.2K
                                    

La noche en que Matthew Sinclair me dejó más que claro que no quería nada de mí -ni siquiera mis disculpas-, imaginé cómo sería el mundo sin él.

No me gustaba. No era positivo, ni extremo, ni divertido, ni sensato, ni romántico. No era ni una de esas cinco cosas que él había prometido para mi pequeño universo.

Así que cuando me abandonó en la puerta de la Mansión Sinclair sin mirar atrás, me senté en el suelo a llorar sobre mis rodillas con la esperanza de que volvería.

No volvió. Esperé al menos una hora, rogando por escuchar su melodiosa voz que diría: "Todo está bien linda, solo fue la amargura del momento".

No lo escuché. Lo que en realidad retumbó en mi mente una y otra vez fue: "La venganza es para aquellos que están vacíos...", la última lección de Matt, que en realidad fue un reclamo.

Esa noche sí llegó a buscarme un Sinclair, pero se trataba de Jane. Preocupada porque era pasada media noche -y tiene la costumbre de revisar que todos estén en su habitación a tal hora-, me encontró desolada en la entrada de la casa.

Me ayudó a levantar y a subir las escaleras, preguntando una y otra vez qué había sucedido. Insistió, hasta que logró sacarme la historia.

Luego de eso pensé en acudir con Isabella, pero al imaginarme llorando en medio de ella y Joseph, que seguro dormía, confirmé que era una mala idea.

Así que terminé por rogarle a Jane que me dejara dormir con ella. Y mientras lloraba, siendo abrazada por la Sinclair que sí me quería, repetía una y otra vez: "no fue mi intención", "no significó nada", "no quiero que se vaya de mi vida".

Sucedió, hasta que me quedé dormida.

-----

Despierto de golpe a la mañana siguiente porque unas voces discuten en el pasillo. Jane no está a mi lado, ni tampoco está en el dormitorio.

Me siento sobre la cama y contemplo mi cuerpo. No traigo puesto el vestido de secundaria, ni tampoco la chaqueta de Matt, sino una pijama que no es mía. Es de Jane, y seguramente me cambió de ropa cuando me quedé dormida.

Mis pies descalzos se resienten al entrar en contacto con el suelo helado. Me dirijo a la puerta para recostarme sobre ella, lo que me permite identificar las voces del pasillo.

-¡No significó nada! ¡No puedes tratarla así!-es Jane.

-¡Deja de defenderla!-discute Matt.

Sigue enojado. Muy enojado. Suena igual de enfurecido que ayer o quizás peor.

-Le importas a esta chica, Matt-musita Jane-. No puedes permitir que las cosas queden así por algo que no significó nada.

-¿Yo soy el malo aquí?-cuestiona él-. Significó algo para mí, ¿entiendes? Y algo muy desgarrador.

Oprimo los labios. Maldita la hora en que respondí la primera llamada de Oliver, pero más maldita la hora en que me convencí que no era correcto contarle a Matt.

Experimentando la necesidad de detener esta pelea, salgo inesperadamente y me poso al lado de Jane.

-Es desgarrador para mí también.

Los dos se callan instantáneamente. Mientras Jane inhala aire profundamente, incómoda ante mi aparición, contemplo a Matt.

Trae su atuendo deportivo puesto. Por nada del mundo interrumpirá su rutina matutina. Lo lamentable es que ya no formo parte de ella.

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora