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      "Lo que solía llamar hogar"

El viento danzaba y mi cabello se movía a su ritmo. Era un día dramáticamente triste: las nubes embargadas de gotas rodeaban Konoha y yo me encontraba tan triste como el cielo.

Sostenía una foto de mis padres al momento que los despedía. Ellos yacían en sus tumbas, mientras tanto, yo aún no podía procesar lo ocurrido. Quería fingir que no sucedió aquella noche tan trágica pero al momento de regresar a lo que alguna vez consideré hogar, los recuerdos sangrientos y los rostros pálidos de mis padres regresan a mi mente como un intruso. Solamente habían pasado dos días de aquello y mi mente lo recordarlo cada vez que divagaba.

Naruto estaba a mi lado, sus expresión indicaban tristeza y podía imaginar cómo resultó su encuentro con Sasuke... Mi Sasuke.

—Sakura-chan, ¿quieres ir por ramen?—propuso Naruto y le sonreí.

—Eso estaría muy bien—fingí sonreír pero Naruto me conocía perfectamente bien que sabía la tristeza que sentía.

Comimos en silencio y disfruté el ramen como nunca, más aún que Naruto que lo saborea como si fuese la primera vez que prueba su comida favorita. Me comentaba cosas triviales, hasta que finalmente toqué el tema.

—¿Cómo te fue en el puente tenchi?

—Sasuke... No quiere regresar.

—Qué novedad, ¿no?—dije con sarcasmo.

—Sakura-chan... ¡Haré que vuelva! ¡Es nuestra promesa!

Sentí que tocó una parte de mi corazón.

—Naruto... Fuimos muy chicos cuando nos prometimos eso...—dije débilmente.

—Y es la promesa que cumpliré, Sakura-Chan.

Sonreí. Naruto de verdad era una cabeza hueca pero era el mejor amigo que cualquier persona quisiera tener.

—Eres el mejor amigo que pude haber tenido, Naruto. Quiero que sepas eso y que te quiero bastante... pase lo que pase.

—Sakura-chan, estás muy rara.

—Sólo quiero que sepas eso. Uno no sabe cuándo será la última vez que ves a alguien.

El resto de la velada fue en silencio y me di cuenta de lo delicioso que era el ramen. Hoy más que nunca.

—Bueno, Sakura-chan, ¿te acompaño a tu casa?

—No hace falta. No te preocupes.

Sin pensarlo dos veces, lo abracé fuertemente. Naruto parecía sorprendido, no me devolvió el abrazo al instante hasta poco después. No solía tener estos detalles significativos, porque mis golpes para él era un signo de amor. Lo son, pero quería darle un verdadero abrazo. Lo necesitaba.

Naruto, mi mejor amigo...

—Sakura-chan...

—Gracias, Naruto, por siempre estar conmigo.

—Siempre estaré a tu lado, somos el equipo 7.

Le sonreí con melancolía. Me limpié mis ojos cristalizados y me di media vuelta.

—Nos veremos después...—me despedí, dándole una mirada de reojo.

Naruto, con una sonrisa de oreja a oreja, se fue por el lado opuesto. Sentí el viento arrasar con mi ropa. Estaba fresco y mi piel comenzaba a sentir el viento.

Llegué a lo que solía llamar mi hogar y tomé mi mochila, la cual, ya estaba preparada desde anoche. Le di un último vistazo a mi casa y una lágrima salió disparada sin avisar.

Tenía que dejar todo esto atrás.

Llega un momento que a lo que solías llamar hogar ya no existe. Solamente es un lugar vacío lleno de recuerdos y la manera en que te reconfortaba aquel lugar, tu hogar, ahora tiene un sabor amargo.

Subí por los tejados, tratando de apreciar toda la aldea. La aldea que le debe tanto a Itachi, la aldea que tanto rechazó a Naruto, la aldea que marginó a Sasuke y la aldea que asesinó a mis padres.

Esta ya no es más mi aldea.

Mientras corría por los tejados, llegué a la Torre del Hokage. Entré por la ventana y pude ver a mi maestra dormida sobre su escritorio.

Lady Tsunade, sin duda, ella es lo que más me duele al alejarme, después de Naruto.

Mi maestra, la legendaria Sannin, la única que vio potencial en mí y sin ella, no podría haber avanzado tanto. Le debo tanto a Tsunade. Jamás olvidaré sus retadores entrenamientos, ni las risas que pasábamos en su oficina, ni las veces que la encontraba pasada de copas. Era mi otra madre y dolía tener que separarme de ella.

—Tsunade-sama, perdóneme...—susurré.

Dejé un sobre a su lado y reí internamente al ver a la rubia sennin babeando sobre su escritorio. En el sobre, había una carta de despedida para mi maestra.

Querídisima Quinta Hokage:

        Lady Tsunade, cuando despierte, se encontrará con esta carta y quiero que sea la primera persona en enterarse que partí de la Aldea anoche.

      Konoha ya no es mi hogar y quedarme significaría ser prisionera de la aldea, del Consejo y de Danzō.

      Espero comprenda mis motivos. Necesito irme, pero aun así, obtendrá información que sea necesaria y que yo considere que puede afectar a la aldea. A pesar de todo el sufrimiento que ha provocado Konoha, usted es la Hokage, es como una madre para mí y le deseo lo mejor.

     Por favor, cuide de Naruto. Es muy cabeza hueca y no quiero que me busque. Estaré bien.

                        Con cariño, Sakura.

Firmé la carta con mi nombre para finalmente dejársela a su lado. Era lo correcto: ya no pertenecía a Konoha. Cuando trataba de visualizar mi futuro en la aldea, una nube de oscuridad embargaba mi mente. No tenía futuro aquí; era la cosa que más pensaba con certeza.

Caminé, con la paciencia del mundo, hasta la salida de Konoha y pude observar la silueta de la persona que me esperaba. Aceleré mi paso a la par de mi corazón. Parecía una luz al final del camino, pero en lugar de ser brillante, era oscura.

—¿Lista?—preguntó al verme llegar.

—Sí, estoy lista—le sonreí—Vámonos, Sasuke.

La Luz de los UchihaWhere stories live. Discover now