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"Ahora eres mi presente". Seguíamos en frente de las tumbas de Haku y Zabuza y ocaso chocaba contra nuestros rostros, Sasuke me acababa de decir aquellas palabras que provocaron mis mejillas se tiñeran de rosa.

Sasuke me regaló una media sonrisa al verme sonrojada. No sabía qué contestarle, mucho menos al verlo tan ¿ relajado? Eran pocas las veces en la que podía ver a Sasuke así.

—Vamos con Suigetsu—dijo y me tomó mi muñeca suavemente. Lo seguí sin reprochar.

¿Por qué no solo me toma de la mano?

Llegamos al pueblo, el cual, anteriormente ya conocía. Había cambiado tanto: estaba más modernizado y el flujo de gente recorría las calles. Me sentía contenta por ello, las cosas de verdad habían cambiado desde la ultima vez que vinimos.

—¡Mira! Suigetsu se acaba de meter a ese local—avisé al verlo y enseguida lo seguimos.

Entramos a lo que parecía una cafetería y vimos a nuestro compañero peliplata ordenando.

—¡Sasuke! ¡Sakura! Vengan—nos llamó alegremente.

De inmediato, sentí miradas hacia nuestra mesa y me giré, frunciendo el ceño, antes de sentarme al lado de Sasuke. El grupo de meseras estaban comiéndose con la mirada a Sasuke.

Le trajeron un yogurt a Suigetsu y me animé a pedir otro para mí.

—¡Este yogurt está genial!—comentó el peliplata al probar su manjar—Hace tiempo que no probaba algo así. Después de todo estuve todo el tiempo en ese tanque de agua.

¿Lo mantenían encerrado ahí?

—¿Puedes darte el lujo de relajarte?—inquirió Sasuke.

—En realidad, tú eres el que está apresurado—lo apuntó con su cuchara.

Reí y Sasuke me volteó a ver de reojo. En ese instante, trajeron mi yogurt y no pude evitar mirar de mala gana a la mesera que veía a Sasuke como un trofeo.

—¿Con qué objetivo nos estás reclutando?

—Se los diré cuando estén todos juntos—respondió Sasuke.

—"¡Vamos a conquistar el mundo!"—fingió dramatizar Suigetsu—No dirás algo así, ¿verdad?

Sasuke lo ignoró y solté una risita.

—¿Tú sí sabes, Sakura?—Suigetsu ahora me apuntó con su cuchara—Puedes decirme, será un secreto—fingió susurrar con la intención que el azabache escuchara.

—Hay que ser claros, Suigetsu—intervino Sasuke—. Sakura no es una simple recluta como tú. No va haber secretos entre ustedes.

—¿Cómo lo aguantas, Sakura?

—Es un secreto—bromeé y Suigetsu rió.

Suigetsu pidió otro yogurt y enseguida se lo trajeron.

—Oye, señorita, ¿no sabes sobre una gran espada que estaba cerca del Gran Puente Naruto?—aprovechó para preguntar.

La mesera nerviosa comenzó a balbucear cosas que no entendimos.

—Él quiere saber—apuntó a Sasuke con su cuchara y la mesera sonrojada se fue con sus compañeras.

Se escuchó un chillido de gritos y volvieron juntas para decirle la información a Sasuke. ¿Qué hacía yo? Intentaba no golpear la mesa.

—Eres todo un Casanova, eh.

—Cállate, Suigetsu—dije de mala manera.

—Alguien está celosa—bromeó éste.

La Luz de los UchihaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant