III

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―He estado más cerca de nuestro líder recientemente.

―¿Eh? ―Maen voltea a verla―. Bueno, para ti debe ser razón para tener un ataque de pánico.

―Sí y no ―responde ella―. La primera vez que me mandaron a capturar al autobot fue para ponerme a prueba. Sabe que yo no estoy tan metida en la guerra.

―Eso supones, ¿no? ―vuelve su atención a su espada―. Es obvio que esperan mucho de nosotros. Somos una rareza para ellos. Si ven a un predacon vivo volando sobre nuestras cabezas y es de un bando, ¿no crees que como arma esperen mucho de él por lo legendarios que son? Es lo mismo en tu caso. Supongo que es normal que te sientas presionada por dar una buena impresión.

―Me preguntó cómo es que a ti no te afecta.

Dio media vuelta y se largó del patio.

Presión. En eso no se equivoca. El miedo al fracaso era común, pero en ella, su problema va mucho más allá de un simple temor. Sus padres y hermanos se desenvolvían mejor en ese ambiente. Ellos si acaso tuvieron una inseguridad, para ella era muy difícil sentirse como ellos. Se sentía inferior. No importaba el rango que tuviera, de una u otra forma, siempre había algo que la hacía sentir una persona inferior.

No era valiente como su padre. No era encantadora de cierta forma como su madre. No era osada como su hermano. Ella no era más que una femme con dominio en sus armas. ¿Tenía algo más que un rostro bonito y lucir como una guerrera? Lo que le tocaba pasar en esos días.

Los Vargueryon son una familia fuerte. Jamás deben lucir intimidados por el enemigo. Ante la inseguridad deben callar.

―Rei ―alzó la mirada. Su señor padre estaba a unos metros de ella junto a otros dos soldados.

En cuanto se fueron, Lord Wirguen se acercó a ella.

―Te noto desanimada. ¿Sucede algo?

―Nada, padre. Estoy bien.

―No trates de mentirme. ¿Te sucede algo?

―... sí.

―Dime, ¿qué ocurre?

Ambos salieron. Fueron a sentarse en una colina cercana. A lo lejos se podía divisar a una ciudad bajo fuego e incendiada. Su padre estaba enterado sobre sus inseguridades, o al menos las que está enterado.

―Cada vez me siento más insegura en mí misma. Me estoy esforzando mucho para tener una buena imagen de nuestra casa... Yo no siento que realmente sea merecedora de tener el nombre de Vargueryon.

―Ya te he dicho varias veces que no te debe de incumbir lo que piensen los demás de ti. Déjalos hablar solos, no merecen tu atención ―dijo él―. ¿Piensas que no mereces llamarte Vargueryon? Sé que esa enseñanza de que ante nuestras inseguridades debemos callar no es buena para nosotros. Tenemos suerte de que ya no lo estamos aplicando actualmente.

Raegan juntó sus piernas y las acercó a su pecho, abrazándolas.

―Siento que soy insuficiente para ustedes. No termino de demostrar si realmente soy una guerrera o una cobarde. Incluso ayudé a un moribundo autobot por cómo se deshicieron de él.

Su padre la miró con cierta preocupación, luego relajó su gesto.

―Supongo que te indignaste por el trato que recibió ese guerrero.

―Era un explorador ―añade―. Se veía decidido a pelear. Dudé de hacerlo, incluso antes de encargarme de él. Me sentí sucia al haberme aprovechado de su debilidad. Y los siguientes que me tocaron, no eran guerreros. Eran refugiados, indefensos. Algunos los mataron en frente de mí.

―Yo también me he sentido así porque en mi punto de vista me siento en conflicto cuando se violan las reglas que nos hemos impuesto. Será difícil admitirlo, pero a nosotros no nos corresponde decidir lo que está bien o mal ahora ―Raegan lo miró―. En la cuestión de tu inseguridad, nuestra doctrina ha afectado mucho a las últimas cinco generaciones, así que puedo entender por qué te sientes de esa forma. Combatir aquellos sentimientos negativos de uno mismo es una tarea imposible para quienes las tengan. Tu hermano, madre y yo estaremos para apoyarte. ―Puso una mano en su hombro―. Siempre. Sé de alguna forma, tú y tu hermano honrarán el nombre de los Vargueryon. A su manera. Encuentra la forma de volar como el predacon de nuestra casa. Siempre la cabeza sobre el caos. Jamás sumergida en esta.

―Entiendo, padre.

Las alarmas sonaron. Ambos se giraron hacia su cuartel de donde salían soldados corriendo. Lord Wirguen se levantó, dirigió su dedo índice a su receptor de audio. Segundos después, su padre la mira.

―Debo irme. Regresa a casa y termina tus deberes. Mañana descansas.

Raegan asintió. Su padre se alejó de ella y se fue.

Espero que todo mejore.

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Como que Raegan se me asemeja más a Shinji Ikari de Evangelion. No lo sé. Ayer me puse a reflexionar sobre el mensaje que quería dar Evangelion con Shinji (Escapar no es bueno) y me di cuenta que yo todo el tiempo estoy escapando de casi todo y que quiero que Raegan sea un poco parecida a él. Bruh.

Bueno, no sé si salga bien como lo pienso porque mi cabeza anda en otros asuntos. Y me tardé en publicar esto porque tenía que hacer la Reinscripción de la prepa y la pagina de mierda no cargaba...

En fin. Les dejo el Tema de Raegan para esta historia, espero que les haya gustado, dejen su estrellita y opinen en los comentarios qué les pareció.

Bye-bye.

La Última Vargueryon (TF Fic)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz