VI

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Tardaron en salir de las cloacas. Más que nada porque llamaban mucho la atención y todavía estaban en territorio enemigo. Estaba lejos de su hogar, y tardaría aún más en llegar allá.

Raegan y sus cuatro soldados tuvieron que cubrir la mitad de su cuerpo y de su cabeza con alguna tela grande que se encontraron en el camino para no ser reconocidos. Llevaban días caminando por las calles del enemigo, en cada esquina había decepticons que la buscaban. Entre más pasaba tiempo escondiéndose, su actitud cobarde regresaba.

La valentía que obtuvo se le estaba acabando. No se explicaba el por qué reaccionó de esa manera si pudo haber hecho un escape sin hacer tanto escándalo público. Con el tiempo que llevaban caminando se preguntaba que si lo que hizo fue lo correcto. Sus dudas la hacían perder confianza.

Sus soldados eran quienes la protegían, la hacía sentir más débil, pero nunca se animó a decirles nada. Era su trabajo después de todo, ¿no?

Salir de la ciudad fue algo sencillo. Solo esperaba que no estuviesen siendo seguidos.

—Todavía estamos lejos de Ky-Alexia —dijo uno de sus soldados—. Y extrañamente, este lugar está muy solo.

—Debemos buscar un lugar para descansar. ¿Ya intentaron comunicarse con los otros? —preguntó ella.

—No, igual lo intentaremos. Esperemos que algún bot nos ayude a llegar completos...

Pasaron la noche cerca del mar de Mithril. Si seguían la orilla, llegarían. Ella y dos soldados descansaban debajo de los escombros de un edificio cercano. Otros dos soldados hacían guardia. Raegan no podía cerrar los ópticos, se limitaba a mirar el mar y su satélite natural.

Los otros dos le decían que descansara, sin embargo, ella no podía hacerlo. Había algo que la mantenía despierta. No era el asunto de su hermano o de su pueblo, tal vez era de su inseguridad o... el de aquel ser alado.

Una bestia alada, de cuatro alas. El símbolo de los Vargueryon es un predacon de cuatro alas... es imposible que exista. Menos de ese tamaño.

Entre más le daba vueltas al asunto, más se cansaba. Terminó cerrando sus ópticos.

Volver a su hogar teniendo una carga de ese calibre la cansa, junto con el deceso de sus padres y ser perseguida ahora no la dejaba en paz. Tenía mucho que dar ahora que es, de forma legítima, la última de su casa. Lo sería si le daban la espada de su casa, cosa que... no pasaría a menos que se haga con esta.

En medio de su sueño, un poderoso rugido retumbó su mundo onírico. Vagamente recordaba la figura de un predacon volando encima de ella.

Sintió que la agitaban con fuerza y le hablaban. Abrió los ópticos: estaban siendo atacados. Rápidamente tomó la combistick y se posicionó con sus cuatro soldados. En la oscuridad de la noche, solo podía ver las siluetas de cuatro mechs apuntándoles con sus armas, y lo que los sorprendían más era que esos mechs tenían a una especie de sabueso gruñéndoles a ellos.

Los cuatro mechs eran parecidos entre ellos: es como ver a dos mechs junto a sus clones. Dos tenían cadenas detrás de su cabeza simulando cabello, tenían dos colmillos prominentes en sus mandíbulas inferiores. Lo único que los diferencía es que uno de ellos tiene pintada una X roja en su pecho.

Por otro lado, los otros dos (iguales también en molde) tenían en la espalda cadenas más largas que tocaban el suelo, dos colmillos prominentes y de rostro más plano. De nuevo, lo que los diferencía era la pintura: uno de ellos se veía más desgastado.

―¿Ustedes quiénes son y qué hacen aquí? ―Raegan alzó la voz.

―Eso no te interesa, femme ―habló uno de ellos.

La Última Vargueryon (TF Fic)Where stories live. Discover now