XVI

49 2 0
                                    

El gran predacon surcó los cielos teniendo en su lomo al pequeño Daygon: la reciente victoria sobre Galaxxon y Praxium le dio la oportunidad de poder volar sobre su territorio con más tranquilidad. Quería ver de cerca las dos ciudades anexadas a su territorio y juzgar las fábricas que poseían. De verdad estaba considerando una opción el utilizarlas para el resurgimiento de su especie, sin embargo, estaban en una guerra. No debía bajar la guardia, y menos teniendo a alguien consigo.

Hablando de, cada que lo veía y lo olía se le parecía más a uno de los suyos. Los alerones, los cuernos de su cabeza, sus piernas digitígradas... todos rasgos de los predacon. El olor lo confundía más, no estaba muy seguro qué era exactamente Daygon, pero si de algo estaba muy seguro era su acercamiento con los predacon y su anhelo de volar por los cielos de Cybertron. De ser ese el caso, Alagoth habría albergado al primer predacon después del gran cataclismo. Eso explicaría el porqué de su acercamiento con el youngling.

Volviendo a lo que iba, Alagoth pasó por encima de Galaxxon, pero nunca bajó a tierra. Desde arriba pudo ver que el lugar era inmenso, los bots se les veía trabajar más relajados y sin la presión de ser torturados, las centinelas nuevas volaban alrededor de las instalaciones, vio que estas mismas lo detectaron, pero segundos después lo ignoraban. Daygon pedía que bajaran, Alagoth se rehusaba a hacerlo. Cuando se dispuso a regresar a su Fortaleza Negra, oyó una conversación entre dos decepticon.

Lo que se temía: Megatron mandó sus fuerzas a recuperar sus ciudades.

Gruñó y terminó por rugir, llamando a los nueve Predacons. Todos en Galaxxon lo escucharon, al igual que las ciudades cercanas. Pocos supieron que ese gran rugido diferente a los que se oyeron antes, era el de su Rey.

En el cañón octagonal los diez Predacons se reunieron, los nueve Nazzac y Daygon se congregaron en la orilla del canon que separaba las Alturas de Tagan con Hexima y Galaxxon. Daygon se quedó cerca de las alas del Rey y guardó silencio en todo momento. La razón de esa reunión de emergencia fue anunciada.

―Los decepticon amenazan con volver a atacar nuestras recientes ciudades conquistadas. Yo opino que nos presentemos propiamente con ellos: los nueve irán a nueve ciudades, están incluidas Ky-Alexia y Kolkular. Quiero mandar un mensaje para todos ellos.

Y los nueve Predacons volaron, porque Alagoth sabía bien que el mensaje sería oído si mandabas dragones a entregarlo.

Los objetivos fueron enlistados: Ky-Alexia, Kolkular, Ibex, Tarn, Vos, Harmonex, la pequeña isla de Damaxus, Altihex y Kalis. Todas de dominio decepticon. Alagoth después de haber dictado sentencia y mandar su mensaje volando lo más pronto posible se retiró a las Alturas de Tagan con Daygon en su espalda. Puede que sea el predacon más desconfiado en los que Raegan tuvo que trabajar, pero Primus, ese mensaje y su forma de presentación iba a causar un gran revuelo para ambos bandos.

El más calmado, Morhen, fue enviado a Ky-Alexia, mientras que el más agresivo de los nueve, Opheryon, fue hacia la boca del lobo, la capital de Kaon: Kolkular.

Si bien, Morhen es el predacon más famoso de los nueve, era el indicado para ir hacia la ciudad de Raegan. Sería el predacon que iría a tranquilizar a la población, no obstante, para postrarse delante del usurpador con fiereza. Por otro lado, la elección de enviar a Opheryon a Kolkular era para asegurarse de que se le tomase en serio en cuanto llegase a la ciudad. Los decepticons testigos afirmaron que en cuanto llegó a su ciudad, Megatron apenas estaba dando una orden cuando el cielo se tornó violeta y el gran predacon aterrizó en una torre cercana a la vista de Megatron. Su rugido hizo que todas las unidades decepticon apuntaran al predacon, sin embargo, el temperamental Opheryon rugió hacia todos ellos, lanzando una única advertencia.

―Vamos, pequeños bots. Juro que gritarán ardiendo en mi boca si disparan.

Iba en contra de la orden de Alagoth, pero se trataba de la ciudad más importante de los decepticon; si un predacon era atacado, tenía el permiso concedido de eliminar esa ciudad con su fuego.

Los otros Predacons llegaron rugiendo a sus ciudades asignadas, algunos más mansos que otros, y Morhen aterrizó en una planicie de Ky-Alexia. Los ciudadanos esclavos y prisioneros vieron al predacon en sus ciudades viendo con sus propios ópticos cómo las fuerzas decepticon guardaban distancia hacia ellos, apuntando ante cualquier movimiento sospechoso que hagan. El verdadero objetivo de Alagoth era recordarles a Maen y a Megatron lo que es el verdadero poder.

Y la intimidación a base de su poder funcionó para que sus nueve Predacons entregaran el mensaje. Para fortuna de Opheryon y de Morhen, las personas más importantes de sus ciudades los estaban viendo.

«¡Cybertronianos, no queremos hacer daño, no vinimos a hacerlo hoy! Yo y mis hermanos predacons venimos a sus ciudades a decir unas palabras. Desde hoy, anunciamos públicamente nuestro regreso a las guerras. A su vez, nuestro líder, Alagoth, Rey Predacon, oficializa su alianza y completo apoyo hacia Raegan Vargueryon, la legítima Señora de Ky-Alexia.»

«... Para su gente, no teman, este mensajero les promete humildemente regresar, traer a su Señora y expulsar a quien ahora está observando desde lejos en su hogar. Primer y último aviso, Maen Vargueryon. Abandona Ky-Alexia, devuelve la espada que por derecho es de la familia de Raegan, ordena que las tropas decepticon y traidoras de los Vargueryon se retiren. Si para cuando regresemos no has cumplido, ¡tomaremos la ciudad a la fuerza! ¡Con nuestro fuego y la espada de la casa Vargueryon lo haremos!»

«Para las ciudades decepticon, tienen dos opciones: ríndanse, no los perseguiremos después, nadie lo hará; o rehúsense y lloverá fuego en los próximos días sobre sus cabezas. Y sus ciudades nos pertenecerán.»

«... Los que decidan cambiar de bando o huir de sus ciudades, nos pueden acompañar ahora y serán bienvenidos en nuestras tierras. Tendrán protección, un lugar para descansar y los suficientes recursos para subsistir.»

«¡Maten a los mensajeros...!»

«¡Y sus fuerzas arderán!»

Los nueve Predacons estuvieron en sus lugares, observando desde lejos cómo las masas se alborotaban. Vieron manos encadenadas, esposadas y dañadas siendo alzadas a su vista, otras más eran de decepticons que iban a desertar, en su mayoría, de infantería; oyeron gritos, todos similares, diciendo que los sacaran de ahí. O en el caso de Ky-Alexia, se realzó el canto "El fuego es nuestra espada".

Los vehicons desertores tuvieron el coraje y la valentía de liberar a los esclavos y abrirles el paso mientras abrían fuego hacia aquellos que obedecían a Megatron o a Maen. Morhen observó a la infantería Vargueryon bajando sus armas y dejando pasar a los ciudadanos que lograron llegar a él.

Las balas no tardaron en aparecer y empezar a abatir a quien veían en las calles. Opheryon y otros dos Predacons se alzaron en vuelo y terminaron por quemar a varios; el resto, solo rugieron, cubrieron con sus alas a cuantos podían o directamente escupían fuego.

Todo aquel que pudo subir al lomo de un predacon o subirse a un contenedor que vaciaron rápidamente logró escapar hacia las Alturas de Tagan. Solo un Predacon presentó dificultades para largarse volando porque quien gobernaba esa ciudad era Shockwave quien intentó derribarlos en pleno vuelo. Muchas vidas fueron rescatadas, y muchas otras apagadas en su intento de huida.

Y oficialmente, la Diarquía Predacon fue señalada en el tablero como potencial aliado-enemigo por los autobots y los decepticons.

La Última Vargueryon (TF Fic)Kde žijí příběhy. Začni objevovat