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—No estará considerando a ese predacon como aliado, ¿verdad? —Grimjaquez fue el primero en hablar.

Estaban lejos de la Fortaleza Negra de Alagoth, al oeste, casi tocando el puntiagudo y peligroso borde que los ocultaba de sus enemigos. Estando a escasos metros del borde, desde su punto de vista, podía apreciar lo enormes que eran. No podían ser de cien metros, el predacon regente sería casi igual de grande que los bordes, sin mencionar que la entrada a la Fortaleza Negra medía ciento diez metros de altura. Y Alagoth a lo mucho, sobre sus seis extremidades, mediría ochenta metros de alto.

Hablando de, pasaron treinta y seis minutos desde que tuvieron una conversación directa con este. En los primeros segundos estuvo más ocupada asimilando el hecho de que un Predacon de colosal tamaño estuviera delante de ella, que en ese momento existiera, al igual que la información sobre el origen de su apellido. En todo momento, Alagoth se quedó tirado en el suelo, con ambos pares de brazos alados en el suelo asimismo su cola enrollada alrededor de su cuerpo solo siendo su cabeza lo único que movía para más comodidad suya.

El ambiente era tenso y caluroso. En cuanquier momento pudieron ser devorados o ser incinerados mientras todavía funcionaban.

—¿Cómo es posible que no se sepa nada de alguien como tú?

—¿Lo dices por mi tamaño, femme? —Ladeó su cabeza abriendo levemente sus mandíbulas para emular una sonrisa. Una muy dentada—. Claro, un ser como yo no pasaría desapercibido tan fácil. No obstante, las veces que he salido de aquí fue por la abundancia de humo que últimamente han aumentado las cantidades. Las anomalías que rodean el sitio ayudan a ocultarnos mejor. Despistan a los curiosos.

—Los exploradores no solo se limitan al ámbito aéreo... Señor Predacon —habló Grimjaquez un poco tímido... o intimidado.

Alagoth le echó una mirada rápida y volvió con ella.

—Les aseguro que cualquier indeseado que se acerca, mis nueve vasallos a quienes ya conocieron a uno se encargan de desaparecerlos.

Recordó en eso al explorador decepticon quien estaba siendo aplastado por las mandíbulas de Morhen cuando lo conocieron. Ese debió ser un indeseado que estaba pasando cerca. Pero considerando que estaban cerca de un cañón en Stanix... Sería mejor mandar a hacer un mejor mapa de Cybertron. Solo esos predacons sabían cómo realmente es ahora.

—Basta de nosotros y de trivialidades, vamos al asunto del por qué estamos aquí, ¿de acuerdo?

El predacon regente agitó sus cabeza y la alzó más, pasivo y calmado. De movimientos bruscos y orgullosos. Los cuernos cuerveados parecía darle estatus y poder sobre los demás aparte de su tamaño. Parte de los cuernos lo hacían parecer que tenía una corona sobre su cabeza. Si compartía algo con él y los predacon, son los cuernos que sirven como adorno... Y como símbolo de estatus social.

Mantuvo su compostura delante del predacon, juntó sus manos delante de ella y con un tono sereno aceptó discutir esa situación.

—Tiene mi atención, Señor Predacon.

Alagoth bufó de buena manera. Bajó un poco su cabeza.

—Como ambos sabemos, la guerra ha perdurado por un buen tiempo. Los decepticon van ganando y los autobots no han hecho casi nada desde que salió a la luz la tragedia de tu familia —seguía calando esa herida—. Todo mundo ha organizado una búsqueda para capturarte, a lo que he oído. El revuelo que provocaste en tu escape fue monumental.

—Hice enfadar a mucha gente que me instaron a no hacerlo. Así que sí, fue una bomba —dijo Raegan.

—Y sobreviviste. Por ahora —Alagoth miró a sus lados, donde sus guardias y sus cazadores aliados se encontraban, sus ópticos ardientes los juzgaron—. Cuatro guardias, un grupo de cazadores de cuatro integrantes y su sabueso no son las fuerzas suficientes para arremeter contra tu hermano quien por cierto se ha quedado con gran parte del ejército Vargueryon. Sin mencionar que trajiste contigo a un... Cachorro de aspecto peculiar. No tienes buenos números.

La Última Vargueryon (TF Fic)Where stories live. Discover now